IBAGUÉ. El silencio que a eso de las 10:00 de la mañana de ayer había en la vereda Potrero Grande, ubicada a unos mil 800 metros sobre el nivel del mar, zona rural de Ibagué, fue interrumpido por una avioneta que alertó a los campesinos que vieron cómo caía y luego se estrelló contra la montaña.
Una de las personas que vio la tragedia fue Jenny Andrea Echeverry, quien estaba limpiando los excrementos del caballo de la finca: “La vi muy cerca y lo primero que dije fue, Dios mío esa avioneta va a caer en la casa”.
La zona estaba nublada y al ver que la aeronave de matrícula HJ 137 del Club Colombiano de Aviación Deportiva de Flandes bajó por el caño, Echeverry corrió con uno de sus hijos hasta el filo de la montaña muy cerca a la residencia: “Aparentemente el piloto intentó maniobrar pero chocó contra el cerro”.
En medio de su angustia la mujer marcó en varias oportunidades a las autoridades, pero la recepción de señal fue muy complicada: “Lloré porque no sabía qué hacer”.
Los vecinos llegaron al sitio del impacto donde pensaron que habían sobrevivientes, pero la noticia no fue alentadora.
Luis Alberto Guzmán, tesorero de la Junta de Acción Comunal de la vereda Charcorrico, manifestó: “La parte delantera del avión estaba destruida y vimos los dos cuerpos”.
Un grupo de soldados atendió el caso, y algunos de ellos comentaron que el aeroplano por poco se estrella contra la base militar que está en la parte alta de la Cordillera Central.
El cuerpo de la adolescente fue sacado del avión, mientras que el de su padre quedó aprisionado.
Policías de la Sijín llegaron a la zona a realiar la inspección de los fallecidos. La Aeronáutica Civil se encargaría de adelantear la investigación para deteminar las causas del accidente.
Volar era su pasión
Ramírez Velázquez salió a las 9:30 de la mañana de Flandes con su hija, con quien acostumbraban a pasear en las alturas. La penúltima vez que lo hicieron fue el fin de semana.
Una de las personas que conocía al piloto manifestó que volar era uno de los pasatiempos.
