Venezolanos también viajan con pequeños niños

MANUEL BRISNEDA. Cuando Guillermo Flórez habla de sus dos hijas, menores de edad, irradia amor en su mirada, pues el rostro se le transforma y olvida todas las dificultades que le ha trazado la vida durante los últimos años, ya que sus ‘chiquitas’ son el motor para seguir adelante y buscar un futuro mejor lejos de su patria. Se fue de la ciudad de Maracay, en Venezuela, porque su sueldo como electricista no le alcanzaba para mantener y alimentar a sus ‘retoños’ y a su esposa Génesis Romero de 24 años, su misma edad.
“La gran cagada (sic) del presidente nos llevó a buscar otras alternativas de vida. Mis primos me dicen que en Perú pueden ayudarme para que me vaya mejor”, explicó.
Luego de cruzar la frontera, la familia caminó y ‘echó cola’ (pidió ‘aventón’) hasta llegar a Ibagué la madrugada del lunes, aquí recibió el apoyo de los trabajadores de un parqueadero y la comunidad del sector de Buenos Aires, que les facilitaron alimentos y los ayudaron a ‘embarcar’ en vehículos de carga que se dirigían al suroccidente de Colombia, para continuar el recorrido a su destino.
Han vivido una odisea, ya que han encontrado conductores de buen corazón que transportan a sus connacionales con la mejor actitud, sin embargo, algunos se han rehusado a hacerlo con ellos por el riesgo de que le suceda algo a las menores.

Se cansó. En una franja de sombra de un metro y medio de ancho, en la que se refugia del ‘candente’ sol ibaguereño, Flórez sentado en una piedra recuerda que Venezuela empezó a ‘caminar para atrás’ hace varios años, desde la época en que iniciaron las populares ‘guarimbas’, por allá en 2011, reseñó él, un mecanismo de protesta pacífica organizada en zonas residenciales de las grandes ciudades, en las que predominaban los cierres de vías por el inconformismo con las políticas del Gobierno.
Por su profundo amor a Venezuela se acopló a la crisis institucional, territorial y económica, pero la situación se volvió insostenible para vivir, a tal punto que el propio Nicolás Maduro aceptó en días pasados que su modelo económico fracasó.
“El País se convirtió en un desierto. No se puede comprar nada porque todo es muy caro y no tenemos efectivo. El pago del mes alcanza para una ‘harina pan’ y un poquito de carne, no es más”, recalcó.

Visión femenina. Génesis, esposa y madre de las hijas de Flórez, en medio de una ‘ventisca’ de agosto que la obligó a sostener su cabello con ambas manos, afirmó que no tuvo temor para emprender el viaje pese a la escasa edad de sus niñas, pues precisamente ellas son la motivación de la pareja para salir adelante .
“Me dio ‘ladilla’ (molestia o incomodidad en el contexto venezolano) venir caminando desde allá. Gracias a Dios hemos recibido ‘cola’ (‘aventón’) y mucha ayuda durante todo el recorrido para comer. Con nuestras hijas lo vamos a lograr todo”, puntualizó.
A la femenina se le nota mermada en su aspecto físico, pues como es natural cada alimento que llega a sus manos, es prioridad para las niñas y lo que queda es para ella y su esposo.

“Fuera Maduro”. Por su parte, Mariela Carta, que pasó por Ibagué procedente del estado de Aragua, hizo un llamado a la primera dama Cilia Flores, considerada la primera combatiente, y a la vicepresidente Delcy Rodríguez para que actúen en favor de ella, de Génesis Romero y sus hijas, y de todas las ciudadanas venezolanas.
“No han hecho nada por nosotras en Venezuela, ni por nuestros hijos, deberían ponerse la mano en el corazón porque ellas (Flores y Rodríguez) también tienen familias”, expresó.
Además afirmó haber sido Chavista, movimiento liderado por el difunto Hugo Chávez, al igual que toda su familia, pero en esta oportunidad instó a Nicolás Maduro a dejar su cargo como presidente porque su Gobierno fue un fracaso rotundo, llevó al País a la peor crisis en su historia, según ella.
“Maduro póngase la mano en el corazón y si es venezolano renuncie para que ingresen ayudas humanitarias, que vuelvan los empresarios y así haya trabajo. No queremos que nos den, queremos trabajar para adquirir nuestras cosas. No estamos conformes con los bonos que nos está otorgando”, indicó.
Ella se refiere a un ‘bono de apoyo’ que Maduro ‘lanza’ en días feriados o fechas patrias de nueve mil bolívares, los cuales “no alcanzan para nada”.
“Una bolsa de frijoles negros cuesta cinco mil bolívares. Él (Maduro) tiene que saber que su bono no alcanza para comer”, finalizó.
Este par de historias es apenas una pequeña muestra del drama que a diario viven los miles de emigrantes venezolanos.

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