Vendedores informales con responsabilidad social

Fotos: Hélmer Parra -El Nuevo Día / Q’hubo.

Por: Laura Martínez.

Desde el 1 de septiembre Colombia comenzó a depender de la cultura y educación de la gente para protegerse de los efectos del nuevo Coronavirus.  Sin embargo, la desobediencia ciudadana que imperó durante el aislamiento obligatorio preventivo genera desconfianza frente al comportamiento de las personas con relación a la nueva normalidad a la que debemos adaptarnos.

Es así, que en el comienzo de esta nueva etapa de reactivación económica, Q’HUBO destaca la labor de algunos trabajadores independientes que han salido a las calles en busca de su sustento, sin dejar a un lado la responsabilidad que tienen con su salud y la de su clientela.

Un contacto responsable 

En almacenes de cadena y entidades donde hay mayor flujo de personas se comenzaron a aplicar, desde el inicio de la cuarentena, los protocolos de bioseguridad para prevenir el contagio de covid – 19. Con el pasar del tiempo, otros sectores comerciales han acatado las medidas ordenadas por el Gobierno Nacional para reabrir las puertas al público e incluso han participado en conferencias para reiniciar las labores siguiendo los lineamientos del Ministerio de Salud. 

Caso contrario ha ocurrido con los vendedores informales, quienes recorren las calles de Ibagué con la necesidad de conseguir el sustento para sobrevivir. Ejercer control sobre su modo de sobrellevar la pandemia se convirtió en una tarea difícil para los entes de control, ya que las aglomeraciones y el uso indebido de los elementos de protección son el ‘pan de cada día’ en diferentes sectores de la Ciudad. Sin embargo, hay quienes se convierten en ejemplo de cultura ciudadana y además de sus productos, le entregan a la clientela protección, respeto y un mensaje de autocuidado que se hace indispensable en esta nueva fase de la que dependemos todos. 

Combate el Covid – 19 en la calle 80

Susana Castilla Rojas trabaja desde hace 22 años a un costado del almacén Éxito de la calle 80, donde ofrece a los transeúntes tinto, cigarrillos y otros comestibles, además de la venta de minutos. Desde el 2 de junio, cuando retomó sus actividades luego de la cuarentena, instaló alrededor de su puesto una cinta con la cual pretende impedir el paso del Covid – 19. Del mismo modo, porta el tapabocas, desinfecta el celular que usan sus clientes después de cada servicio y mantiene una botella de alcohol cerca para lavar sus manos y la de las personas con las que tiene contacto.

 “Yo le digo a las personas que no pueden sobrepasar la cinta, pero hay quienes se molestan cuando los desinfecto con alcohol. Para mí es importante ese cuidado porque me da miedo enfermarme, me da miedo enfermar a mi nieta y a mi familia. Me da miedo porque está muy chiquita y mi hija duró mucho tiempo para poder quedar embarazada, entonces no quiero hacerle daño y por eso me cuido. Cada vez que recibo un billete uso alcohol y en ocasiones uso guantes porque me arden las manos de todo el desinfectante que me aplico”, indicó entre sollozos la trabajadora de 59 años.

Susana no tuvo otra alternativa que regresar a laborar a las calles pese al riesgo que implica tener contacto con tanta gente, debido a que tiene muchas deudas con los bancos. “Como nadie sabía que esto iba a pasar, yo me endeudé para poder hacer la plancha de mi casa, pero me quedé estancada sin poder pagar las cuotas y por eso se me hizo urgente salir a trabajar”, concluyó.

FRASE

“Las personas que venden y compran minutos deberían ser más prudentes a la hora de usar los celulares. Es importante usar tapabocas y desinfectar los aparatos porque por 100 pesos podemos resultar enfermos”, SUSANA CASTILLA. Vendedora informal 

Bioseguridad sobre la carrera Quinta

Sobre la calle 31 con carrera Quinta de Ibagué, una familia emprendedora que administra un reconocido puesto de comidas rápidas ideó la manera de mantenerse protegidos contra el nuevo coronavirus y de crear confianza entre los comensales que acuden al lugar. Además del uso de gel antibacterial antes del consumo de los alimentos y del llamado a tomar distancia en el andén que utiliza la gente para consumirlos, la familia incorporó un plástico alrededor del negocio a fin de mantener los protocolos de bioseguridad. 

“Nosotros también hemos tomado aquí nuestras medidas y se han cambiado hábitos para protegernos como familia y también para proteger a los clientes. Por ejemplo, el ají que antes se tomaba de un frasco a libre demanda, ahora se sirve en una copa individual para cada cliente”, sostuvo Sandra Cuero, una de las administradoras del lugar que completó 19 años al servicio de los ibaguereños.  

El negocio reanudó sus actividades hace al menos tres meses, tras la orden de aislamiento obligatorio preventivo. Es de resaltar que cada uno de los empleados hace uso del tapabocas, gorros y delantales como mecanismo para garantizar la higiene de sus productos.  

FRASE

“Las personas deben protegerse por voluntad, más allá de la amenaza de que le impongan un comparendo. Salir de esto es responsabilidad de todos y quienes estamos en la calle debemos cuidar de todos”. SANDRA CUERO. Vendedora informal 

Dan ejemplo en el Centro de la Ciudad

Después de permanecer más de dos meses encerrados en la casa por cuenta de las medidas de protección para frenar la propagación del nuevo coronavirus, la familia Raffi retomó sus actividades en el Centro de Ibagué. Con José Daniel Raffi a la cabeza del negocio familiar denominado ‘Chicharrones Danny’, el grupo salió a las calles tomando las respectivas medidas de bioseguridad para evitar el contagio de Covid – 19. “Nos instalamos en los dos locales con una cinta de peligro y cada vez hemos implementado más mecanismos de protección. Ahora tenemos una cadena alrededor del negocio, usamos vestidos de protección, tapabocas y diseñamos unos carteles para que nuestros clientes no olviden la importancia de acatar las normas de bioseguridad”, mencionó Jhon Alexánder Raffi, quien vende chicharrón sobre la calle 16 con carrera Cuarta. 

La empresa completó 11 años al servicio de los ibaguereños y aunque hasta ahora las ventas están despegando luego de la crisis económica que los impactó como consecuencia del virus, sienten que sus clientes han regresado gracias a la confianza que genera el hecho de seguir los protocolos que ha ordenado el Gobierno Nacional. 

FRASE

“Esta nueva realidad no ha sido fácil para ninguno, pero es importante que las personas tomen conciencia de que esto es una cadena de la que nos sujetamos todos y por eso debemos cuidarnos”, Alexánder Raffi. Vendedor informal.

Un sitio seguro cerca al Parque Galarza

María Ofelia Rodríguez completó 30 años vendiendo productos en una caseta ubicada sobre la calle 19, frente al parque Andrés López de Galarza. Allí, llega todos los días a ofrecer desayuno, gaseosa, entre otros productos, pero hace más de un mes la apariencia de su local se transformó, ya que decidió incorporar una pared de plástico para protegerse del nuevo Coronavirus.

 «Soy madre cabeza de familia y no quiero arriesgar a mi familia. Hay mucha gente que no cree y en esta zona es difícil porque hay más desobediencia, así que me toca decirle a los clientes que por favor usen los elementos de protección. Entiendo que la gente no se tome en serio el problema, pero yo acato las medidas porque es mejor prevenir», indicó la mujer.

María Ofelia instaló en su negocio una cinta para que nadie invada la zona de la cocina. Del mismo modo, usa el tapabocas de forma permanente y además del caucho, le suministra alcohol a sus usuarios. 

«Hay personas que se ponen bravas conmigo, pero yo creo que todos los locales deberían hacer lo mismo porque también de eso depende que no nos vuelvan a cerrar los negocios», concluyó María Ofelia, a quien las ventas todavía no le han despegado como antes.

FRASE:

«La gente no cree en el virus, pero si no seguimos las recomendaciones los más perjudicados vamos a ser nosotros porque estaremos enfermos o sin poder trabajar en caso de que vuelvan a cerrar todo». María Ofelia Rodríguez. Vendedora informal.

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