El 21 de noviembre de 2019 y los días, e incluso semanas siguientes, pasarán a la historia de Colombia como una de las jornadas de manifestaciones más importantes que haya vivido el país en la historia reciente. Calles llenas de marchantes, niños, jóvenes y adultos protestando y cacerolazos desde las ventanas o las puertas marcaron un paro nacional que podría decirse a la fecha, incluso en medio de la pandemia, no se detiene.
En el 2019, el denominado Comité Nacional de Paro convocó una protesta para el jueves 21 de noviembre con el objetivo de exigirle al gobierno el respeto por el derecho a la vida, el cumplimiento de los acuerdos de paz firmados con la extinta guerrilla de las Farc y sobre todo, en contra del rechazo a lo que se llamó el paquetazo de Duque y la OCDE, que incluía, según los convocantes, una reforma laboral, pensional y tributaria, las tres nocivas para la población colombiana.
Lo que parecía una más de las jornadas de protestas de los sindicatos y los universitarios se convirtió en un llamado urgente de la ciudadanía al gobierno. El paro desbordó incluso la acogida que esperaban quienes lo convocaron.
Para Carlos Charry, director de la Maestría en Ciencias Sociales de la Universidad del Rosario y sociólogo experto en movimientos sociales, el paro fue histórico porque Colombia no vivía una jornada con tal magnitud probablemente desde el año 1977 cuando se vivió el paro cívico contra el gobierno de Alfonso López Michelsen.
Pero sobre todo, el paro fue representativo y significativo porque fue convocado no solo por las organizaciones sindicales y obreras que tradicionalmente llaman a las calles en Colombia, sino también por la gente joven que logró convocar a cientos de ciudadanos en contra de medidas que se consideraron lesivas contra el pueblo en su momento.
“Fue un paro promovido por una serie de decisiones que se estaban configurando para esa época que la ciudadanía consideraba lesivas, como por ejemplo, el incremento del periodo de pensiones, la transformación de la jornada laboral a partir del pago por horas, y especialmente la movilización estudiantil demandando una educación pública gratuita, mayor acceso a universidad privada, una mejor calidad en la educación secundaria y mejores condiciones para la educación primaria”, afirmó Charry.
Para Charry, lo clave de este paro es que no fue una convocatoria liderada por ningún sector político ni fue tampoco una estrategia política en contra del gobierno, fue una iniciativa esencialmente ciudadana.
En ese mismo sentido opinó José Cardenas, presidente de la Asociación Colombiana de Representantes Estudiantiles de la Educación Superior (Acrees). Para Cárdenas, los estudiantes llevaban un tiempo movilizándose solos, pero en 2019 se unieron profesores, estudiantes, trabajadores, sectores de producción, artistas y demás ciudadanos en torno a las exigencias del paro.
Pero además, asegura que fue clave por el despertar de una generación joven, como lo es la generación de Dilan Cruz, asesinado en medio de las protestas, que vieron en esta marcha la oportunidad y la necesidad de salir a movilizarse.
Pero hoy, un año después del 21N podría decirse que el paro no para. A pesar de la pandemia, las centrales obreras continúan convocando desde el mes de septiembre paros nacionales exigiendo al gobierno atención y negociación.
¿Qué se ha logrado entonces en un año de protestas continuas? Según Cárdenas, en este año el movimiento social ha logrado mucho en términos cualitativos. Por ejemplo, han aprendido a organizarse, a concretar y a cualificar los argumentos para presentarlos al gobierno y han logrado llegar a nuevos sectores que antes no se sentían convocados o incluidos en las razones de las protestas.
Desde el punto de vista de Charry, el año de protestas ha sido un ejercicio de aprendizaje, pues los movimientos sociales no logran una coordinación perfecta de la noche a la mañana. Pero sobre todo, destaca que lo que ha dejado este movimiento que empezó con fuerza en 2019 es un despertar de la conciencia ciudadana.
“Lo que pasó tanto con Dilan Cruz y con Javier Ordóñez en Villa Luz y la indignación que generó esto hace pensar que la gente sí tiene un mayor grado de conciencia frente a sus derechos. Y los movimientos sociales lo que buscan es precisamente eso, que haya un cambio de chip, un cambio en la manera de pensar y hacerle entender a la gente, al ciudadano de a pie, que tiene derechos y que merece acceder a esos derechos”, afirmó Charry.
Por eso, para el experto, la mayor movilización de Colombia en los últimos 40 años representa una muestra de que tanto en el país como en el contexto latinoamericano, los ciudadanos han ido visualizando el uso de la protesta como un mecanismo idóneo para reclamar sus derechos.
Pero en términos de logros en materia de las exigencias hechas con el pliego de peticiones en 2019, el Comité Nacional de Paro afirma no haber recibido una atención y respuesta apropiada a sus requerimientos.
“El Gobierno Nacional no ha querido negociar ni sentarse a discutir con el Comité porque dice que nosotros no representamos al grueso de la sociedad, pero ya lo han demostrado varias fechas de paro, de movilizaciones, de convocatorias, que desde la sociedad nos han respaldado, entonces intenta engañar”, aseguró Cárdenas.
Tras el paro de noviembre de 2019, el gobierno convocó la denominada ‘Gran Conversación Nacional’, orientada a escuchar las propuestas para enfrentar el desempleo, la desigualdad, las dificultades en salud y educación, entre otras. Según el balance que han entregado las autoridades, la mesa recibió más de 13.000 propuestas en 47 jornadas de conversación.
Diego Molano, director del Departamento Administrativo De La Presidencia De La República (Dapre), afirmó hace un tiempo que con la mesa se logró un decreto para promover el empleo en jóvenes sin experiencia, se aceleró la reforma al Icetex, se avanzó en estrategias de emprendimiento, entre otros avances.
Pero para el Comité de Paro, ese pliego de peticiones de más de 100 exigencias agrupadas en 13 ejes temáticos continúa vigente un año después. El pliego incluía demandas en garantías para el ejercicio del derecho a la protesta, derechos sociales, derechos económicos, anticorrupción, paz, derechos humanos, derechos de la madre tierra, derechos políticos y garantías, ámbito agrario, agropecuario y pesquero, cumplimiento de los acuerdos, retiro de proyectos normativos, derogatoria de normas y construcción normativa.
Y a raíz de la pandemia, ese pliego se convirtió en uno de emergencia en el que se llama al gobierno a actuar frente a las necesidades más urgentes del pueblo en medio de la crisis económica, social y sanitaria.
“El pliego nacional de emergencia son alrededor de seis medidas que tienen que ver con la salud, el sector productivo, el agro, la industria, el tema del apoyo a las pequeñas y medianas empresas, la renta básica, lo que tiene que ver con el sector educativo: la no alternancia y el tema de la matrícula cero y los auxilios a los estudiantes endeudados con el icetex, la protección a la vida, etc.”, explicó Cárdenas.
Para Charry, al gobierno sí le ha faltado un mayor y mejor tratamiento de la agenda propuesta tanto antes como ahora por las organizaciones convocantes. Pero a las organizaciones también les ha faltado un diálogo más amplio con la ciudadanía para que no se pierda la unidad que se logró hace un año y que la agenda no se concentre solo en las necesidades de ciertos sectores puntuales.
¿Qué viene ahora? Según Charry, el futuro de las movilizaciones en el país y los logros que con esta se alcancen dependerán ahora de que los movimientos sociales busquen otros lenguajes no tradicionales y se conecten con la ciudadanía para que la protesta sea un movimiento desde abajo y no centralizado en comités o en organizadores.
Pero además, dependerá de que el gobierno centre su atención no solamente en las agendas de la pandemia, sino que logre abarcar todos los problemas que le plantea el movimiento social en este momento.
“El éxito de los movimientos sociales está en lograr superar las diferencias ideológicas y partidistas que están en la ciudadanía y hacer que sus clamores no se vuelvan de una organización sino que sean de toda la ciudadanía”, afirmó Charry.
Sumado a esto, el futuro de la protesta y del diálogo que exigen los manifestantes dependerá, según el sociólogo, de que ambas partes aflojen la tensión y encuentren verdaderos puntos de diálogo y de encuentro para poder negociar y proponer soluciones frente a los problemas que vive el país.
“Debemos empezar a trabajar desde lo que podemos tener en común y después trabajamos en lo que definitivamente no, pero el diálogo de sordos ni le beneficia al gobierno ni le beneficia a las organizaciones sociales”, recalcó.
Por lo pronto las jornadas de protesta parecen no detenerse. Este 19 de noviembre el país vivió nuevas movilizaciones en las principales ciudades. En Bogotá, las manifestaciones partieron del Parque Nacional hasta la Plaza de Bolívar, en Medellín los manifestantes salieron del Parque de los Deseos hacia el Parque de las Luces. Hubo marchas también en Cali, Cartagena y muchas otras ciudades del país.
Además, para conmemorar un año del paro del 21N habrá plantones, eventos virtuales, muestras artísticas y culturales con el fin de recordar el propósito que llevó a este movimiento y lo que ha pasado en un año de la fecha.
También habrá plantones el 23 de noviembre en conmemoración del año de la muerte del estudiante Dilan Cruz y nuevas marchas el 25 de noviembre por el día internacional en rechazo de la violencia contra las mujeres.