IBAGUÉ. La actividad actual de José Isaías Granados es la pesca artesanal, arte que aprendió en Prado, Tolima, donde llegó a refugiarse luego de ser desplazado de su finca por la guerrilla de las Farc. Ese mismo grupo habría asesinado a su hija, a quien recibió ocho meses después en la sede del Instituto Nacional de Medicina Legal en la capital tolimense.
Para el 2005, Granados vivía en una finca ubicada en la vereda El Diamante, zona rural de Florencia, Caquetá. Allá trabajaba vendiendo plátano, ganado y madera.
Un día tuvo que salir y dejar todo botado, “por no colaborar”, como dijo el campesino, quien empacó la ropa y llegó con sus siete hijos a Prado, donde tiene algunos parientes.
Además de ser víctima del desplazamiento forzado, Granados sufrió otro golpe: “Mi esposa, después de ser desplazados, me dejó”, refirió.
Pese a la situación y las adversidades, el labriego empezó a salir adelante sin tener el apoyo del Gobierno, lo que por ley debía recibir, al igual que sus parientes.
El tiempo pasó y el 3 de noviembre del año pasado, Granados sufrió un golpe más duro que el mismo desplazamiento. Su hija, Derly Granados, fue asesinada.
La joven, quien tenía 17 años de edad, fue hallada en Palos Altos de Dolores, Tolima: “ Se fue para allá a reclamar situaciones que tenía, pero apareció muerta”, puntualizó.
El otro sufrimiento
Derly fue encontrada días después. El padre reconoció la manilla que le había regalado la hermana y un anillo, pero por protocolos judiciales el cuerpo, que estaba sin identidad, debía someterse a una prueba de ADN para descartar que fuera o no ella.
Sin tener el apoyo de nadie, Granados tuvo que hacer diligencias en distintas partes. Según él, le dijeron en la Fiscalía que el proceso podría tardar cuatro años.
Llegó la ayuda
Un amigo de Granados conocía a Nubia Russi, secretaria técnica de la Mesa de Víctimas, y defensora de Derechos Humanos.
Para él fue el ángel que le ayudó a pelear sus derechos como víctima del conflicto armado, y fue así que el 31 de julio, la Fiscalía le entregó un documento a Granados para poder reclamar a su hija.
A través de la Funeraria Serfunpaz, se le donó el cofre para que el labriego pudiera despedir dignamente a su muchacha, que le dejó dos nietos de 2 y 3 años de edad, por quienes continúa su lucha para sacarlos adelante, y además, buscar justicia.