Su bebé la hizo cambiar de vida y la llenó de metas Yudy volvió a nacer

Esta semana o a más tardar la próxima, llegará al mundo Valeria, una bebé que le cambió la vida para bien a su mamá Yudy Maritza Santamaría Molina. Hasta hace dos meses, la joven ibaguereña junto a su pancita vivía la mayor parte del tiempo en la calle, pero ahora vive en el Hogar de Paso Communitas. Su estancia allí es subsidiada por la Alcaldía. 

Yudy tiene 26 años y confiesa que desde los 10 llegó al mundo de las drogas. En diálogo con Q’HUBO, contó que lo hizo por  iniciativa propia. Desde los cinco años quedó en manos del Bienestar Familiar y aunque las madres sustitutas que tuvo le brindaron amor y trataron de llenar sus vacíos emocionales, no lo lograron. A tan corta edad ya tenía “mil” heridas en su alma, producto de problemas familiares. 

Creció en la calle y recorrió el infierno de las drogas. Lo que menos le gustó fue la marihuana. Lo que más consumía era bazuco. La mayor parte del día permanecía en la calle 20 entre carrera Tercera y Cuarta, cerca a La Plaza de la 21. Se rebuscaba la plata como fuera para comprar sus dosis. “Pedía y hasta vendía droga. Hacía cosas que no quiero ni recordar. Siempre aparecía plata para el vicio. En el día siempre me la pasaba con malas amistades; en las noches iba a dormir a la casa de una abuela de crianza en el barrio Boquerón. Es una señora que quiero mucho porque siempre tuvo las puertas abiertas para mí. Yo llegaba y me tenía comida, me aconsejaba pero yo nunca la escuche”, dijo. 

En medio de ese mundo de “demonios”, como lo llama, lo único bueno que le pasó fue su embarazo. De resto fueron humillaciones, menosprecio y rechazo, lo mismo que vivió en su infancia.

Una bendición 

En medio de la adicción conoció a un hombre con el que engendró a la bebé. Sin embargo, cuando ella le dio la noticia del embarazo, le negó la niña. Desde ese momento no lo volvió a buscar y no piensa hacerlo. 

Sospechó del embarazo porque empezó a sentirse más sensible de lo normal, lloraba todo el tiempo y además empezó a sentir mucho sueño, un sueño que la vencía. Un día visitó a una de sus hermanas y ella le compró una prueba de embarazo, pues tenía una panza muy grande. Las dos rayitas que salieron en la prueba le quitaron las ganas de consumir drogas, la pusieron a reflexionar y la hicieron aterrizar.

Dejó de consumir

“Cuando supe que un bebé crecía en mí no volví a consumir ninguna porquería de esas. Gracias a Dios las ecografías han mostrado que la niña está bien. Aquí en el hogar me han dado mucho amor y aunque puedo salir, si quisiera, nunca he pensado en escaparme ni mucho menos consumir alucinógenos. Acá me consienten y yo también me he encariñado a las personas de la fundación y a mis compañeras. Me da nostalgia pensar cuando me tenga que ir”, refirió. 

En el Hogar Comunitas estará por un tiempo, mientras el posparto, y ya está planeando su nueva vida junto a Valeria, a quien tiene toda la intención de brindarle mucho amor y una vida estable. 

“Estos días voy a ir a conocer una pizzería, donde me van a dar trabajo. Voy recomendada por una persona de acá. Tengo muchos planes en mi cabeza. Respiraré y viviré por Valeria y por mi hija mayor a quien tengo que recuperar. La tenía mi mamá y hace unas semanas me enteré que ella la entregó al Bienestar. Eso me ha dolido mucho, sin embargo hoy me siento poderosa y dispuesta a luchar por ellas”, puntualizó.  

Para ayudas

“Como todo es cariño”, las personas que deseen donar pañales, ropa y útiles de aseo, entre otros artículos para la niña, pueden hacerlas llegar al Hogar de Paso Comunitas, en la Calle 19 número 7 – 69 del barrio Interlaken. 

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