El escritor Miguel de Unamuno en uno de sus nutridos epistolarios, manifestaba que cada noche antes de dormirse miraba a su mujer, y al rozarla le confesaba estar tocando el infinito en un mundo de cosas finitas. “Y ella se sentía feliz” , decía, “y presa de una fugitiva eternidad”.
Unamuno y Concha Lizárraga, eran una muestra del deseo, del antojo, la admiración, y la atracción por todo el ser humano. En muchas cartas se aprecian el gusto, el sosiego y el erotismo, y se lee con entusiasmo sobre el magnetismo que este sentía por la esencia de su compañera en su totalidad; lo que ella era, y por compartir su intimidad.
“¡Un matrimonio sin sexo no dura!”
Conceptualizar el sexo como un coito (penetración), y como un fenómeno indispensable de la vida matrimonial, ha generado que en ciertas parejas este sea un tema frustrante. Muchas relaciones con el tiempo chocan con el modelo de sexo propuesto por la sociedad; el sexo reducido a un coito y a toda costa se vuelve a veces antipático debido variopintos elementos
“Un matrimonio sin sexo no dura”, son frases de augures, dogmáticas y arrogantes que no permiten que las parejas se sientan cómodas cuando deciden no tener más encuentros sexuales. Hay que bajarle al imperativo y a los mensajes aterradores, pues todo va a depender de las circunstancias, del tipo de vínculo, el tiempo, las dinámicas de la sexualidad, el concepto de sexo y de sexualidad que funciona para esa sociedad afectiva, etcétera.
Una paciente le decía a su terapeuta: “cuando me acuesto a dormir, lo abrazo por detrás, y le acaricio el pecho con suavidad, a veces le pongo la mano en la entrepierna y él deja que mi mano se deslice y así nos quedamos hasta el día siguiente”. El matrimonio sin sexo (coito) puede durar y disfrutarse con erotismo, amor y placer a través de los imaginarios y otras formas de contacto físico.
¡La intimidad fortalece el vínculo!
Una buena relación de pareja puede sobrevivir sin el sexo que se asocia al coito, ya que este se puede negociar, no es una cuestión intransable. Pero difícilmente se sostiene sin deseo, atracción, admiración, gratificación, acciones, humor, sintonía, amor, o pactos como entrega, respeto, empatía, confianza, honestidad. Y sin el cultivo de la intimidad; la intimidad no es tener sexo. Intimidad es crear ambientes y un marco protector donde la pareja se resguarde; donde se fortalezca el vínculo, la cercanía, la comunicación, llenándose desde su interioridad alejadas de ruidos exteriores.
¡Una decisión unánime!
Dijo León Tolstói, que el matrimonio es una barca que lleva a dos personas por un mar picado, y si uno de los dos hace algún movimiento brusco la barca se hunde. La decisión de prescindir del sexo ha de ser unánime o acordada. Cuando alguno toma la decisión de manera autocrática o unilateral pueden surgir los conflictos, el malestar o la frustración.
Por ende, para que la barca no naufrague, la pareja debe analizar su timeline; las personas que ya saben que encajan, generalmente van a requerir menos encuentros penetrativos. Las parejas que han renunciado al sexo lo que han relegado es el coito por múltiples razones, pero no otras proximidades, y muchas refieren sentirse bien en aspectos afectivos y emocionales, entre otros. Por lo tanto, no deben formar parte de estadísticas sospechosas, pues no siempre van camino al fracaso o al divorcio. Nuestro deber es tranquilizar, respetar ese proceso vital. Y acompañar, si se solicita, en la adaptación a otros placeres y motivos que robustezcan la unión.
Una buena relación de pareja puede sobrevivir sin el sexo que se asocia al coito, ya que este se puede negociar, no es una cuestión intransable”.
Norma Bejarano.
Nuestro deber es tranquilizar, respetar ese proceso vital. Y acompañar, si se solicita, en la adaptación a otros placeres y motivos que robustezcan la unión”. Norma Bejarano.