¡Sexo contemplativo!

Norma Bejarano. Psicóloga-Sexóloga

El sexo siempre se ha presentado como un reto, una meta, una competencia, una necesidad, un tema de producción y reproducción, un (mero) medio para un fin, un asunto de rendimiento. El sexo se (re)presenta a través de lo porno como algo inmediato poniendo requisitos a las tuberías (genitales). El sexo se ha ubicado en la inmediatez, en el miedo, en el peligro, en los riesgos; en la insistencia pero no en la existencia. ¿Es eso el sexo?

El sexo es un valor! 

Dice Chul Han que «nos estamos asemejando cada vez más a esas personas activas que ruedan como rueda la piedra, conforme a la estupidez de la mecánica. (…) Dado que sólo percibimos la vida en términos de trabajo y rendimiento». El autor le hace un elogio a la inactividad como una capacidad o aspecto fundamental para darle forma humana al hacer. Pues «sin un momento de vacilación o de interrupción, la acción se rebaja a ciega acción y reacción: allí donde solo reina el esquema de estímulo y reacción, necesidad y satisfacción, problema y solución, propósito y acción, la vida degenera en supervivencia, en desnuda vida animal».

El sexo es un valor, y además una ventaja: que un valor sea como sea, se vive, se educa, y se cultiva. Cultivar un valor es un proyecto. Un proyecto es un pensamiento, una idea, una herramienta que se emplea para crear y conocer. Por eso es importante no llamar sexo a cualquiera de esas cosas que empujan a la mentecatería y no a la sensatez. Tomo prestada una cita de Valérie Tasso que dice “Ya no hay tierra firme bajo nuestros pies. Todo pasa con excesiva rapidez, y el compromiso, ya sea social, político o amoroso, se desvanece en décimas de segundos”.

» Ser culto»

La estupidez todos la tenemos de serie, pero también se aprende, y hay gente que persevera en ella. La idea es intentar dejar de ser estúpidos por lo menos un rato y pensar en cultivarnos precisamente para ser cultos.  Ser culto no pasa tanto por leerse las obras «La odisea», o «Crimen y castigo» y tampoco recitar los versos del poeta Rilke. No necesariamente se ha de ser un docto, o un erudito. Culto viene del latín cultus-a-um (cultivado, habitado, frecuentado). Muchos autores insisten en cultivar las sensaciones por ser parte sustancial de los deseos, de las emociones y de los sentimientos.  Ser cultos nos sirve para saber interpretarnos, madurar, crecer y poder vivir en comunidad. Ya que no sólo de pensar en sexo se trata, sino de pensar el sexo, atendiendo más al análisis crítico, al detenimiento que las prisas.

¡Ahora sí, el sexo contemplativo!

Cuando cité antes el ‘elogio de la inactividad’, lo hice pensando en la posibilidad de que el sexo sea «habitado» en un espacio sin el ruido exterior del mercado, el exceso de novedades, o la obligación de actuar. La inactividad (contemplación) es propuesta no como una forma vacía de actividad sino como espacio para ser; que nos permita ser humanos haciendo desde nuestra condición sexuada, sin la presión de producir o de rendir.   Sexo contemplativo es pensar el sexo contemplativamente (con conocimiento) y organizarlo en la vida de los sujetos para una vida sexual más humanizada: agradable, gustosa, placentera  o alegre.  El sexo contemplativo nos lleva hacia nuevos horizontes de comprensión más allá de los patrones establecidos.

Hacer  el amor entre humanos es una cosa buena que nos hace bien y que vale la pena contemplar (apreciar, reflexionar) y cultivar para fortalecer el vínculo de nuestro ser con-otro.

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