IBAGUÉ.Desde los siete años de edad, Hugo Humberto Esquive, decidió huir de su casa donde vivía con su madre Cleotilde Esquivel, tras los maltratos físicos a los que era sometido. Sacó dinero de su casa y cogió un bus en busca de su padre Jairo Aragón.
Sin embargo, se decepcionó luego de que a su corta edad, su padre lo obligara a trabajar a cambio de quedarse con él en una finca algodonera ubicada en el Guamo, Tolima. “Pensé que me iba a ayudar. Me dolió mucho y decidí irme para donde otra familiar”, contó.
Llegó hasta el Espinal y de allí salió rumbo a una finca en la cordillera Central, en el municipio de Dolores, donde tuvo estabilidad con la carpintería hasta sus 18 años años. Después, la vida le dio un giro cuando fue reclutado por el Ejército Nacional.
“Me llevaron hasta el batallón en Ibagué, luego me llevaron para Villavicencio”, recordó. Allí completó dos años de servicio militar y logró conseguir nuevamente empleo como carpintero en el Ejército, oficio que desempeñó durante 23 años hasta salir pensionado.
Hoy en día tiene a su esposa y dos hijos, quienes fueron los que impulsaron a Hugo a buscar a su familia. En el 2011 decidió acudir a la oficina de NN y Desaparecidos del CTI, que logró contactar a sus hermanos y hermanas, y a su progenitora, quien desde que su hijo salió de la casa, en 1968, tuvo la esperanza de volverlo a ver algún día.
El reencuentro ocurrió en la Dirección seccional del CTI y para su sorpresa, Hugo encontró a su familia más grande. Ya no eran dos hermanos, ahora son siete.