Norma Bejarano.
Psicóloga-Sexóloga
Existen en la historia gran variedad de personajes, unos bien dotados y adobados intelectualmente, otros no tanto, pero todos siempre interesantes en su vida sexual. Algunos más rebeldes de las imposiciones, y otros curiosos que fueron metiendo mano para medir la temperatura erótica.
Dentro de los bien dotados está el escritor francés, Honoré de Balzac, de quien se dice tenía una musa y una sola inspiración que lo motivaba, pluma en mano, a escribir frenéticamente: su pene (y lo que este le provocaba). Como todos los mortales, tenía sus grietas no normativas que le permitían entrar, la numen y los deseos.
Lo “actual” y el sexo: lo kinky
kinky viene del neologismo Kink, un concepto que explica, entre otras cosas, una amplia gama de comportamientos, gustos, prácticas, relaciones e identidades. Kinky, es una erótica, o un conjunto de eróticas salidas de lo convencional, es decir, del sexo normativo. Su traducción arroja: rizado, ensortijado, excéntrico, inusual o peculiar.
El ‘sex kink’ (locución de consumo), o erótica kinky, es un término ‘nuevo’ con mucha historia detrás. Lo que muchas veces se presenta como novedoso, actual, innovador o moderno es más clásico que Schubert y Chopin juntos.
Lo actual en la actualidad no nos dejan olvidar que las prácticas sexuales no convencionales se estudian al menos desde el siglo XVIII. Sin tanta prosa, lo kinky querría decir estar en la “onda” de un sexo alejado de la rutina.
Podría incluir, o no, prácticas BDSM, fetiches, eróticas sadomasoquistas y otros juegos de roles. O sencillamente salir de la cama a otros espacios de la casa. Y fuera de ella, a ambientes liberales como clubes swinger, hoteles temáticos, etcétera. Es decir, la erótica kinky se sale de lo que “Dios manda”, permitiendo desplegar la imaginación y con esta, las posibilidades de colonizar nuevos territorios.
¡Lo que huele a novedad aumenta la excitación!
Todo esto tiene como objetivo el placer u otros placeres. Bien sabemos que todo lo que huele a novedad aumenta la excitación y ayuda a alimentar el deseo. Lo desconocido implica riesgo y también límites, y estos están donde cada persona se permita establecerlos. Por ende, en todo esto es necesario: el conocimiento, para saber si conviene o es del propio gusto; el sentido común; trabajar el deseo y su espera. Condimentar paso a paso. Muchos desean entrar a la piscina desenfrenadamente sin saber nadar, pero aquí se recomienda bordearla, tener los mínimos de seguridad detectados e ir poco a poco. Con la libertad de poder elegir, seguro es más excitante y satisfactorio.
Prácticas atractivas y ¡sorprendentes!
Lo alechugado, retorcido, o lo kink, induce a la fascinación por la erotización a partir de sensaciones intensas; por un objeto específico o una parte del cuerpo; por mezclar placer y dolor; por jugar con diferentes niveles de poder u objetos inanimados, y demás representaciones que se salen del orden social.
Lo atractivo de todo esto es cuando no se hace por moda ni se toma como ideología de goce. Lo atractivo es que se haga en libertad y no por obligación. Lo sorprendente es que siga sorprendiendo a quien desea descubrirse en ello; para esto hace falta que no se popularice ni se convierta en ‘guachafita’, porque no es algo general, es algo peculiar que merece profundidad.
Iwan Bloch, sexólogo (siglo XIX), decía que toda peculiaridad erótica era muestra de variedad de nuestras construcciones: “pura artesanía individualizada”. Los deseos y la frondosidad de las expresiones eróticas vienen de ese arte y no de la avidez por consumirlas.
«Kinky, es una erótica, o un conjunto de eróticas salidas de lo convencional, es decir, del sexo normativo”.
«Lo atractivo de todo esto es cuando no se hace por moda ni se toma como ideología de goce. Lo atractivo es que se haga en libertad y no por obligación”.
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