Norma Bejarano.
Psicóloga-Sexóloga
El juego erótico es placer, un paseo sin rumbo ni tiempo por el cuerpo, por la piel, por los sentidos de cada quien. Con el juego se logra ahondar en los deseos propios, y los de la pareja”.
«Lo oculto permanece ignorado, (…) ¿Qué partido sacarás de tu hermosura si ninguno la contempla? Aunque superes en el canto a Tamiris y Anebea, no conseguirá el aplauso tu lira desconocida» Ovidio (Ars amandi, libro III).
No hay que tener exceso de sagacidad para atreverse a interpretar de alguna manera estas palabras del poema didáctico ‘Arte de amar’ del romano Ovidio (año 1 a.C y 2 d.C.,) y traerlas a la actualidad. Yo para este artículo puedo decir que quienes se empeñan en hacer siempre lo mismo o de la misma manera, e insisten en tapar el sexo con lo puramente genital; no sabrán dar cuenta de otros deseos ni de sus intereses ni permitirse avanzar en su vida sexual.
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¡El sexo es un juego lúdico!
Las caricias, besos, abrazos, las palabras, las maneras de estimular o de excitar, las peculiaridades, etcétera, son parte de lo “hermoso” (lo apetitoso y voluptuoso) que hace posible la contemplación del encuentro erótico. Estos comportamientos sexuales no son una pérdida de tiempo, o unas previas frívolas que se pueden posponer cuando hay algo “más importante” que hacer. Durante mucho tiempo se ha magnificado la penetración (coito) considerándose erróneamente como el “gran acto” o el sexo mismo. Muchas personas desconocen, o no reconocen que ese “preámbulo o preliminar” a ese acto sobreestimado, es per se, un gran acto. Ese conjunto de prácticas o eróticas mencionadas antes, es lo que hace posible un encuentro sexual lúdico, gratificante y armónico. Por ende, el juego erótico, el juego de los sexos, es más que una acumulación de cacharritos para romper la rutina.
¡El juego erótico es un continuo!
El juego erótico es placer, un paseo sin rumbo ni tiempo por el cuerpo, por la piel, por los sentidos de cada quien. Con el juego se logra ahondar en los deseos propios, y los de la pareja. En el sexo no todo tiene que conducir al mismo lugar, buscando las mismas cosas. Afortunadamente el juego erótico es una amatorias, una manera de amarse (sexualmente). Y es también un continuo, es decir, que no hay una cosa mejor o más importante que otra, todo lo que se hace con el sexo a través del juego erótico cuenta por igual como grato, divertido, ‘amoroso’. El juego erótico es un recurso que nos amplía. Es imprescindible porque da cuenta de los deseos sexuados. Gusta y atrae cuando se propone y se lleva a cabo para crear las más preciadas relaciones. Ya lo dijo por ahí el filósofo Platón, para vivir se necesita amor y poder jugar.
¡El juego erótico es transgresor!
El juego transgrede los límites que han ocupado lo puramente biológico o productivo. Lo erótico es una función con bastante(s) sentido(s) que llevan al sujeto sexuado a su “ocupación” total; el juego desafía los paradigmas de utilidad y rendimiento imperantes en las sociedades actuales. Decía el sexólogo Havelock Ellis (1859-1939): «Cuanto más vivo, más me doy cuenta de la inmensa importancia para el individuo, su desarrollo a través de la función del juego de la personalidad erótica, y para la sociedad humana de la adquisición del arte del amor». El juego erótico es una expresión libre, y es un arte; es la utilización creativa de las diferentes formas de representar y comunicar lo que pensamos, sentimos, deseamos. Es un hacer a través del cual los sujetos realizan sus deseos (eróticos), expresan sus atracciones y seducciones, sus búsquedas y sus encuentros.
