Detrás de la avalancha de compradores que se vieron el pasado 19 de junio en varios establecimientos comerciales del país y que contribuyeron a que en ese día las ventas superaran los $5,3 billones, según la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (Dian), además de la ‘bobadita’ de 6 millones de transacciones en elementos como electrodomésticos y tecnología, se esconde una verdad a gritos: sentimientos de ansiedad que se manifiestan en compras impulsivas.
Las imágenes sonaban a un mal chiste de cuarentena, pero fueron cien por ciento reales, con cerca de 90 aglomeraciones, y que muestran de manera contundente una mezcla de falta de conciencia frente a una pandemia que en el país ha cobrado la vida de más de más de 2.500 personas, más de tres meses de confinamiento y las cuestionadas maneras de reactivación de la economía con una medida como el día sin Impuesto al Valor Agregado (IVA) de manera no sólo digital, sino presencial.
Tal fue el caos por el aforo de personas en algunos establecimientos, que esta semana el propio gobierno estudia ajustes al segundo día sin IVA, que se realizará el próximo 3 de julio. Los mismos comerciantes han sugerido que haya productos que sólo pueden comprarse por el canal electrónico.
“Salí a comprarle un televisor a mi papá, pero tomé todas las medidas del caso. Intenté por la página web, pero estaba colapsada”, comentaba una de las compradoras ante las cámaras de televisión, que dieron cuenta de la falta de racionalidad colectiva, en medio de una de las mayores crisis que haya vivido el mundo por cuenta del famoso Covid-19.
“Las personas llevan más de tres meses encerradas en su casa, lo que podría haber causado una ansiedad mayor en este tipo de eventos. No en todos los comercios se vieron estos efectos ´manada´: por ejemplo, algunas de las grandes cadenas que están en centros comerciales tuvieron un fenómeno diferente y más ordenado, lo mismo que locales de ropa y deportes. No fue un fenómeno general”, destaca Camilo Herrera, economista y fundador de Raddar, un centro de pensamiento económico comportamental sobre el consumidor.
Si bien no fue un comportamiento generalizado, sí vale la pena analizar la seducción mental que propicia la etiqueta de ‘rebaja’ y que se materializó con un incremento en ventas de artículos no básicos como electrodomésticos, con un incremento de 284% en un solo día. “Hay personas que culturalmente alivian la crisis con la compra. Es decir, se ha vendido la idea de que la autoestima se puede consentir aprendiendo a darse gusto”, comenta la sicóloga clínica de la Universidad de Los Andes, Luz María Arbeláez.
Compremos que después pagamos
A pesar de que la economía no pasa por su mejor momento y de hecho, la estimación de las autoridades apunta a una contracción de 4,9%, según la Encuesta de Opinión Financiera de julio realizada por Fedesarrollo y una tasa de desempleo que en abril subió al 19,8%, la desbandada de compras que se observó en algunos establecimientos comerciales pareció no tener coherencia con esta realidad.
“Una cuarentena prolongada y en donde la gente está deprimida, ansiosa o en una situación de incertidumbre, lleva a algunos a buscar cosas que los hagan sentir diferentes, felices y la premisa de que cuando estás triste nada mejor que irte de compras. Es una manera de buscar una recompensa y recurrir a una compra impulsiva”, comenta Leonardo Hernández, médico y magíster en medicina alternativa.
Como quien dice, puede parecerse a un extracto de “Confessions of a shopaholic”, una de esas típicas películas de Hollywood, en donde la protagonista sufre de una terrible adicción: las compras. E incluso, debe más de lo que tiene y está en la quiebra. Igual que pudo haber sucedido con algunos de quienes hicieron las largas filas de la semana pasada.
“En circunstancias como las de la semana pasada, una persona con este impulso a comprar se pregunta: ¿cómo voy a perder la oportunidad de ir aprovechar que hay un manejo excepcional y la oportunidad me avala el hecho de endeudarme y no la dejo pasar. Es una dinámica falsa de priorizar de una manera equívoca o confusa para darse el permiso ante una situación coyuntural, en este caso la pandemia. Es la manera de darme el beneficio ante unos meses que han sido de supuesto sacrificio”, comenta Arbeláez, sin hacer una generalización de la acción de compra per sé.
Por ello, es clave que las personas puedan ser más analíticas a la hora de consumir versus frente a una necesidad real. ¿Se trata de un simple gusto o responde a una necesidad verdadera? Incluso, desde el análisis como consumidores, entender si tales rebajas son reales o si desde antes algunos establecimientos pudieron incrementar el valor de los productos para ganarse la diferencia del IVA. Además hay que considerar que en términos generales la gente vive en momentos de mayor sensibilidad que busca recompensa en medio de una crisis como la actual y compensar a través del consumo.
Recomendaciones para no dejarse llevar por el antojo
– Trate de entender los sentimientos que lo aquejan y que lo motivan a buscar a llenar un vacío: ¿estoy buscando una compra por emoción?.
– Evitar ir a un centro comercial para evitar tentaciones de compra
– Eliminar el compra ahora a cómpralo en 10 minutos, cuando puede racionalizar la compra y así evitar arrepentimientos y sentimientos de culpa.
– Diferenciar el quiero del necesito
COLPRENSA