Pacto de muerte de estudiantes tolimenses en Bolívar

 

IBAGUÉ.“Más allá de la muerte hay algo. No sé qué es, pero creo que debe ser hasta mejor. Por eso hicimos lo que hicimos. Porque queríamos trascender”. De esa forma, Juan David Prada García, un joven tolimense de 21 años, explicó la manera en la que él y dos amigas más intentaron cumplir un pacto de muerte.

En su plan infructuoso, sólo resultó muerta Ana Vanessa Obando Buitrago, de 25 años. Además de Prada García, la otra herida fue Karen Yurany Ayala Sarmiento, de 20 años de edad.

Las dos jóvenes son oriundas de Ibagué y el muchacho nació en Payandé. Se conocieron mientras estudiaban licenciatura en lengua castellana en la Universidad del Tolima.

En esta carrera llegaron a cursar sexto semestre hasta que, según palabras de Prada García, se aburrieron de ser parte de una vida que no iba a ningún lado:

“Yo creía en poder cambiar algunas cosas y mejorar. Pero no podemos. Este mundo es muy desigual. Todo lo fácil es para los ‘ricachones’. No me arrepiento de lo que hicimos porque era buscando algo mejor para nosotros”, comentó el joven.

 

Paseo a la muerte

 

Según contó Prada García, desde que salieron de Ibagué con destino a Bogotá y luego a Cartagena, los tres sabían a lo que venían.

“Eso ya se había pactado y veníamos a buscar un sitio adecuado. Algo natural. Yo no creo en Dios, pienso que de haber un Dios, sería la naturaleza porque es lo único perfecto que hay”, dijo.

Los muchachos llegaron a Cartagena hacía unos seis días. Visitaron varios sitios del sector turístico. Luego fueron a barrios y zonas subnormales de la ciudad y se encontraron con el contraste y la inequidad que los habría impulsado a realizar el pacto macabro.

Al salir de Cartagena, buscaron un sitio adecuado para ejecutarlo. Por eso salieron de la capital de Bolívar y al pasar por San Juan Nepomuceno, decidieron bajarse y caminar:

“Nos metimos a una finca que queda como en unas montañas pero nos sacaron porque los ‘ricachones’ les tienen prohibido a los trabajadores que dejen entrar pobres ahí. Nos echaron la Policía y nos detuvieron”, relató el muchacho.

 

Buenos alumnos

 

Varios familiares de Juan David, que además conocían a sus amigas, indicaron que se trataba de buenos estudiantes, aunque al parecer, no eran muy populares entre sus compañeros de estudio.

En el caso de Juan David, había sido becado por una empresa privada y por la misma Universidad del Tolima. El joven sólo pagaba 50 mil pesos por la matrícula del semestre.

 

“Ella está mejor”

 

Al ser consultado sobre si se arrepentía de lo sucedido, Juan David Prada García manifestó enfáticamente que no.

“Lo que hicimos fue una decisión consciente y madura de nuestras vidas. Estoy seguro que ella está mejor. Hicimos algo y esa es la clave de la vida, el hacer”, indicó.

El joven no respondió claramente por qué pedía auxilio si su intención era acabar con su vida. Sin embargo dijo que era normal:

“Por eso pusimos llave, para que no nos salvaran. No sé cómo entró la Policía pero aquí estoy y ahora seguiremos en esta vida”, concluyó.

 

Escenas ‘dantescas’ en la habitación

 

Sara Martínez, propietaria desde hace unos 40 años del Hotel Sarai, dijo que los jóvenes llegaron en la noche del martes, pagaron 20 mil pesos y entraron a la habitación.

“Me parecieron normales, no les vi ninguna actitud ni nada extraño. Como a las 10:00 de la noche una de ellas salió y regresó con unas cervezas. Se quedaron afuerita de la pieza y luego yo me acosté. No supe más hasta el día siguiente”, cuenta la mujer.

La señora Martínez dijo que más o menos a las 6:45 de la mañana de ayer, mientras regaba y arreglaba algunas matas de su jardín, sintió unos gritos de auxilio provenientes de la habitación.

“Él gritaba ‘auxilio, auxilio’. Yo quise abrir pero le habían echado llave a la cerradura. Entonces llamé a la Policía y ellos fueron los que se encargaron”, comentó.

Desde entonces, lo que se vio en esa habitación del hotel fue horroroso.

La macabra escena mostraba a Ana Vanessa Obando Buitrago ya sin vida en la puerta del baño. Karen y Juan David estaban aún dentro pero ya sin fuerzas para levantarse, bañados en su propia sangre.

Los tres muchachos tenían heridas en las venas radiales y temporales de ambos brazos. La muerte de Obando Buitrago obedecería a la profundidad de sus heridas. Los otros dos ya estaban agonizantes.

El hecho causó conmoción en San Juan Nepomuceno, municipio donde no había sucedido un caso similar.

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