Los venezolanos que pasan por Ibagué viven un verdadero viacrucis

MANUEL BRISNEDA. Hace un par de días Julio Páez empacó sus mejores ropas en una maleta, se despidió de su familia y dejó atrás a su natal Valencia, en el estado de Carabobo en Venezuela, en busca de un mejor futuro para él y los suyos. No fue una decisión fácil para el hombre, pues de aquella ciudad atesora los mejores recuerdos de su vida, además atrás quedaron sus hijos y esposa en un País convulsionado y sumido en una aguda crisis económica y social.
“Tocó vender las poquitas cosas que tenía para poder llegar a mi destino y dejarle algo a la familia. Hemos caminado más de ocho días pidiendo cola y dando coñazos (sic) para poder llegar donde un primo en Perú”, explicó.
Páez arribó la madrugada del lunes a Ibagué en compañía de un nutrido grupo de compatriotas, que con el dolor del alma también abandonaron una Venezuela desigual e insostenible, según ellos, por las políticas implementadas en el actual gobierno.
Para las cerca de 30 personas Colombia es apenas una parte del camino, pues la mayoría se dirige a Ecuador y Perú, donde son esperados por familiares o amigos que les ofrecieron estadía momentánea mientras se ‘acomodan’ y consiguen un empleo que les permita subsistir y enviar dinero a los suyos a Venezuela.
“No hemos sufrido de hambre. Damos gracias a los colombianos que nos han apoyado y ayudado al máximo. Lo que no comimos en Venezuela, lo estamos comiendo aquí”, explicó Páez, quien sintetiza de esa manera las dificultades que ha vivido en el vecino País.

El efectivo no existe. El grupo explicó que el Bolívar, moneda local, se ha desvalorizado mucho, pues al parecer con una semana de trabajo apenas se puede acceder a una ‘harina pan’, pero la plata no alcanza para comprar el acompañamiento.
“En Venezuela con el sueldo no compramos nada. No nos vestimos ni nos mantenemos. Los colombianos nos han recibido muy bien, no hemos dormido en la calle porque siempre nos han dado la mano para descansar en hoteles, negocios o camiones”, dijo Rafael Pereira, quien también es procedente de Valencia, ciudad en la que dejó a su esposa en estado de gestación. Él también se dirige a Perú para conseguir empleo con el fin de ofrecer una estabilidad económica a su familia.
“Somos 15 personas del mismo sector de Valencia, pero entre todos los venezolanos nos colaboramos. Aquí todos somos hermanos porque nos consideramos muy unidos. Las personas que se nos unen al viaje las acogemos como si se tratara de
nuestra propia familia”, reseñó Pereira, quien fue vendedor ambulante en su País antes de iniciar esta travesía.
Y agregó: “Esperamos que haya un cambio pronto en Venezuela para que sea la de antes y podamos convivir con nuestras familias”.

Escepticismo. Por su parte, Páez ve lejano un cambio en la patria de sus entrañas pues considera que el Gobierno de Nicolás Maduro tiene todo organizado de forma meticulosa, según él, no es casualidad el poder que ostenta.
“Tienen todo a su favor, los bancos, los mercados mayoristas, es decir, todo es del Gobierno. Allá tiene que ocurrir un golpe de estado o algo fuerte, pero esas son palabras mayores”, enfatizó el hombre soldador de profesión y con más de 10 años de experiencia.

En cifras. De acuerdo con estadísticas reveladas por Migración Colombia, en el primer semestre del año ingresaron al País 870 mil 93 venezolanos, de los que aparentemente el 58 por ciento estuvieron de paso en el territorio ‘cafetero’, ya que se desplazaron por Cúcuta, Bucaramanga, Tunja, Bogotá Ibagué, Armenia, Cali, Popayán, Pasto, antes de emigrar a Ecuador y a Perú, o a otros países situados en el sur del continente.

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