Norma Bejarano.
Psicóloga-Sexóloga
Comencemos por el comercial del “Dr. Peter”, donde aparece divulgando su producto estrella “ciento por ciento efectivo”, para que nadie se quede sin comprarlo y así puedan notar, en 3 semanas, multiorgasmos que llevarán a la pareja a Saturno. Pero, ¿si no todos quieren ir a Saturno?, ¿si no todos/as sueñan con ser multiorgásmicos/as? Lo anterior es visto como, “sexo publicitario”; homogeneizado, uniforme, normalizador, que recalca hasta la médula aseveraciones varias, que convencen a incautos/as de su veracidad.
Contra toda intención propagandística, creo que es más probable disfrutar de las relaciones eróticas si uno hace lo que desea. Y no lo que se impone, emboba o quita el sentido común, crítico y tal vez, aventurero. Cuando hablamos de sexo en términos sexológicos hablamos de identidades, dinamismo, y relaciones: de lo que hace a cada uno ser de uno, u otro sexo; con toda riqueza y variedad: eróticas, deseos, placeres, entre otros asuntos complejos: diversos, diferentes.
“¿Qué enciende a los demás?”
No hay deseos “comunes”, o compartidos por el común de la gente. Esa es una idea que ha calado hondo para hacerle creer a los sujetos que en cuanto a interacciones sexuales si hacen lo “normal”: lo que todo el mundo, y lo que no falla, entonces encajarán en la sociedad, o serán reconocidos porque lo están haciendo “muy bien”. Pero, los deseos, son siempre peculiares; lo que le gusta a un sujeto, no le tiene que gustar al otro. Por lo tanto, tener el ‘truquillo’ para encender a la otra parte y llevarla a Neptuno, es no tener idea de lo que desea y le da placer. Así, pierde sentido que alguien nos dicte instrucciones sobre cómo disfrutar o hacer disfrutar a los demás.
¡Placeres normativos!
Los discursos con el eslogan de “reinvención sexual” se van haciendo normativos que pasan por hacer obligados los placeres. Este nuevo orden de procedimientos resulta agobiante. Las personas que recurren a recetas, guías, y consejos a veces simplistas, y genéricos, se convierten en seres estandarizados. Por otro lado, quienes no quieren probar ciertas cosas podrían sentirse mal por no estar a la moda. Si alguien decide no hacer algo podría pensar que tiene una dificultad sexual, o llegaría a sentirse empujado a practicar eróticas que no desea realmente. Lo cierto es que, no hay ningún aspecto que le dé gusto a alguien, que no pase por su escala de valores sexuales.
¡El placer atraviesa la subjetividad!
Por subjetividad se entiende lo que pertenece al sujeto. La percepción y valoración de cada quien sobre algo. Dar indicaciones, tips, métodos, es no considerar que cada ser humano tiene su propia biografía, y por ende organiza sus placeres como sabe, puede, o aprecia. Hay gente a la que, por ejemplo, la felación (estimular el pene con la boca) no se le organiza como un deseo, tendrá otros deseos, pero no necesariamente ganas de zamparse un falo, eso no implica un problema o estar desactualizado amatoriamente. Por lo tanto, que el Dr. Peter, o “María” la del márquetin erótico nos diga que tenemos que probar el cunnilingus, el “69”, la postura del oso hormiguero, la del astronauta en órbita, porque así alcanzaremos la liberación sexual; y sobretodo, llegaremos al orgasmo, etc., serán las claves del placer de María, pero no necesariamente el deseo de Clara, de Hugo ni los placeres de los demás.
«El disfrute no depende de lo que se hace sino de la vivencia que tengamos de aquello que hacemos; y esa vivencia dependerá en gran medida de que hayamos deseado lo que hacíamos”.J. Lejárraga
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