IBAGUÉ. Han pasado cerca de cuatro años desde que miles de familias venezolanas empezaron a movilizarse en condiciones precarias sobre las carreteras de Colombia en busca de nuevas oportunidades.
La crisis política en el vecino país hizo que ciudadanos arribaran a territorios como Ibagué, con la ilusión de resurgir y aunque varios no lo lograron y tomaron otro rumbo, hay quienes consiguieron, después de mucho tiempo y sacrificio, cierta estabilidad que les ha permitido sobreponerse y hacer vida en ‘La Musical’.
Q’HUBO hizo un recorrido sobre algunos sectores en los que se observa mayor presencia de ciudadanos venezolanos que se la rebuscan, con el fin de conocer su historia.
Detalles
Aunque el desempleo en Ibagué ha ocupado desde hace varios años los primeros lugares en las estadísticas del Dane, la oportunidad laboral parece ser favorable para los venezolanos, que han encontrado una estabilidad económica en la Ciudad, a través de labores como la barbería, la mecánica, las ventas, entre otros. Si bien, algunos ibaguereños afirman que la contratación de estas personas dificulta la opción de empleo para los locales, el panorama en diferentes sectores da cuenta de que hay espacio para todos. “La molestia es tal vez porque uno observa que hay muchos venezolanos que son explotados por trabajadores colombianos que, por ahorrarse unos pesos, optan por emplearlos en cualquier cosa aprovechándose de su necesidad a cambio de poco dinero”, dijo una ciudadana ibaguereña. Sin embargo, hay quienes sostienen que estos extranjeros se han ganado un espacio dentro del campo laboral, debido a su amabilidad y buen servicio. Es así, como entre la aceptación y el descontento de la sociedad por su presencia, se han mantenido varios venezolanos en ‘La Musical’ luchando por salir adelante.
La historia de Manuel
Hace un año y 10 meses Manuel Suárez abandonó Venezuela y emprendió su ruta hacia Chile. Sin embargo, varios amigos que ya estaban en Ibagué, lo motivaron a quedarse en suelo tolimense y así lo decidió. Apenas llegó, consiguió empleo como ayudante de construcción, pero con el pasar de los días se dio cuenta de que mientras él recibía 30 mil pesos diarios y el almuerzo, sus compañeros de obra con nacionalidad colombiana obtenían $45 mil. “No fue fácil porque la mayor parte de mi vida en Venezuela la dediqué a estudiar y obtuve título como técnico en control de calidad. Incluso, antes de que estallara la crisis yo ya ejercía mi profesión”, aseguró el joven de 24 años.
Dos meses después de su experiencia como ‘ruso’, Manuel consiguió trabajo en un taller de motos ubicado sobre la calle 24 entre carreras Cuarta y Quinta, donde logró ‘pulir’ sus conocimientos en mecánica, toda vez que en su país natal era él quien se encargaba de reparar la motocicleta que tenía. “Ya tengo varios clientes que me buscan porque creen en mi trabajo. Es un modo de vivir bueno y honrado porque me gano el 70 por ciento de lo que haga, así que de mí depende que las cosas salgan bien”, sostuvo el venezolano.
En cuanto a su familia, Manuel comentó que sus padres, hermanos y su pequeño de un año de edad, también se trasladaron a ‘La Musical’. “Mi papá trabajó en una petrolera en Venezuela como electricista y aquí consiguió empleo desempeñando el mismo oficio en una cooperativa. Mi mamá está dedicada al hogar, mi hermana terminó el bachillerato y ahora tratamos de que siga sus estudios en la universidad. El único que no ha corrido con buena suerte es mi hermano porque ha dado con trabajos duros y mal remunerados. Sin embargo, hemos salido adelante porque nos apoyamos en la adversidad y si uno está mal, el otro lo respalda y no me refiero solo a mi entorno familiar, hablo del venezolano como tal. Entre todos hemos sabido ayudarnos en medio de la crisis”, concluyó.
En el trabajo de Williams Carrillo
La hija de Williams Carrillo vendía tintos en Ibagué, cuando convenció a su papá de salir de Venezuela para probar suerte en tierra ‘Pijao’. Con más de 40 años de experiencia en las labores de latonería y pintura, el hombre de 56 años quiso seguir desempeñando su oficio aquí y lo logró. “Los primeros días fueron difíciles porque nadie lo conocía a uno y tocaba dejar la mano de obra más barata. Sin embargo, me fue saliendo trabajo y después de ocho meses de permanencia en Ibagué, logré tomar en arriendo un espacio para atender a los clientes y ahora tengo mi propio negocio”, comentó el venezolano.
Con su taller ubicado sobre la carrera Cuarta con calle 24a, Williams Carrillo ha podido mejorar sus condiciones económicas y traer al resto de su familia. “La situación ha mejorado porque aquí hay más desarrollo, más trabajo, más oportunidades y mayores garantías en la calidad de trabajo porque los materiales son buenos. Mi hija pasó de vender tintos a trabajar en un supermercado y mis otras hijas viajaron hace menos de dos meses para ayudarme en el trabajo mientras se estabilizan”, contó el hombre.
Cifra
3 mil 600 es la cifra aproximada de venezolanos radicados en Ibagué. El registro es con corte a febrero de este año.