IBAGUÉ. El jueves en la tarde Gemay González Pinzón, de 21 años de edad, quien labora como guardia de seguridad, se dirigía en su moto de placa NCG 91A por la Avenida 44 conocida como la Tobogán en dirección a Ambalá, en la esquina de la carrera 7B entre los barrios Calarcá y Villamarlén, un taxi que iba en sentido hacia la carrera Quinta se le atravesó y lo arrolló. El taxista ni siquiera se detuvo a ver qué le había pasado al motociclista.
“De un momento a otro giró hacia la izquiera, yo le pité. Cuando me desperté, no podía mover parte del cuerpo. La gente me decía que no me moviera. Cuando me desperté estaba en Asotrauma”, comentó el muchacho, indignado por la conducta de quien iba al volante del taxi.
Una móvil de ‘Ambulancias Guabinal’ lo trasladó al centro asistencial donde le suturaron una herida en la cabeza: “Es algo tenaz porque sea lo que sea, tenga o no la culpa, debió de colaborar; al menos llevarme en el taxi, pero no”, afirmó.
De otra parte, sobre los comentarios que el motociclista alcanzó a escuchar de que había sufrido un ataque epiléptico, aclaró: “Yo nunca he sufrido de ataques o algo así. Fueron seguro los nervios”.
“Volarse lo hace responsable”
El director del grupo de Tránsito de la Policía de Ibagué, teniente Alexander Noreña, comentó que el joven fue atendido por medio del Fondo de Solidaridad y Garantía, Fosyga, “que es el fondo para cuando no hay quién responda por las víctimas. Se averiguó con la gente del sector, pero no dijeron nada”, afirmó.
El oficial hizo una recomendación a los conductores que en algún momento se lleguen a ver envueltos en un accidente de tránsito: “Si se da a la fuga y después se comprueba que cometió el accidente, va a ser el directo responsable del caso. Cuando no hay placas ni datos y mediante una investigación se logra establecer que tuvo la culpa, la Fiscalía entra a judicializarlo por lesiones personales culposas”, puntualizó Noreña.