Lleva cinco años abandonadaº

Una adulta mayor permanece abandonada a la intemperie desde hace cinco años en un andén ubicado frente al cementerio San Bonifacio de Ibagué. Vecinos del sector le brindan alimentación ocasionalmente y aseguran que no conocen algún familiar que le pueda brindar ayuda a la señora. 

La historia

Doña Rosa María, o Rosita, así le llaman de cariño los habitantes de la calle 32 con carrera Primera del barrio Las Brisas a esta señora de más de sesenta años, cinco de los cuales lleva en condición de calle, viviendo sobre una silla de plástico en el andén de la marmolería Antioqueña, ubicada frente al cementerio San Bonifacio. 

En este lugar doña Rosa pasa días y noches sin el amparo de familiares o conocidos que le brinden atención integral. Dicen quienes la conocen, que esta adulta mayor vivió gran parte de su vida en el barrio Los Mártires y El Uribe, sector donde la conocen ampliamente, pero desde el 2016 decidió ubicarse en este lugar. 

Jorge Elías Bedoya, propietario de la marmolería Antioqueña, asegura que todos los días le suministra almuerzo y bebidas calientes a doña Rosa y la administración municipal ya ha visitado en dos ocasiones a la mujer, pero esta se niega a dialogar y a ser trasladada a un asilo. 

Según él, la gente que pasa por el lugar o visita el cementerio los fines de semana le brinda algún tipo de colaboración, pero no es suficiente para cubrir las necesidades de doña Rosa, pues además de un lugar digno para vivir, también necesita ser atendida por personal médico debido a que registra algunas lesiones en sus piernas. 

De acuerdo con Jorge Bedoya, en una ocasión él mismo le ofreció adecuar un espacio al interior del negocio para que durmiera resguardada de la lluvia y los peligros de la noche, pero la señora se negó a pernoctar bajo techo.

Q’Hubo consultó sobre este caso a Francy Liliana Salazar Quiñónez, secretaria de Desarrollo Social Comunitario de Ibagué, quien manifestó que ya hicieron intervención pero la adulta mayor no accedió a ser trasladada a un albergue y se tornó agresiva con los funcionarios que se acercaron a ofrecerle los servicios. 

Un habitante de calle que cruza por el lugar afirma ser sobrino de la mujer y la saluda ocasionalmente. 

61 años, la edad de doña Rosa. 

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