Le hacen el ‘quite’ a la crisis

Hélmer Parra – Q’HUBO

Sin duda alguna, los vendedores informales han sido una de las poblaciones más golpeadas por la emergencia sanitaria del nuevo coronavirus. Pese a que en Ibagué la mayoría de las ventas ambulantes reanudaron la actividad desde comienzos de junio, tras la reapertura de buena parte del comercio de la Ciudad, las ventas aún no despegan para muchos, sobre todo en sectores donde la afluencia de público disminuyó. Q’HUBO dialogó con algunos pequeños comerciantes para saber cómo afrontan la crisis. 

Sin clientela

En inmediaciones de la glorieta de Mirolindo, donde tiempo atrás llegaban varios viajeros de diferentes partes del País, el panorama hoy en día es desalentador para los vendedores que desde hace más de 14 años buscan su sustento en la zona.

Mientras una de las casetas clausuró con la crisis y ahora es ‘presa’ de los delincuentes que se están llevando las latas, Otilia Sepúlveda hace su mayor esfuerzo para sobreponerse a la adversidad. “Llevo cerca de 20 años administrando este negocio. Solía vender caldos y comida a los viajeros y taxistas que llegaban aquí a la madrugada, pero me tocó cambiar de horario porque en las noches ya no hay a quién venderle. No hay fila de taxistas y mucho menos pasajeros. Mi prima, que era la que atendía de día, se quedó sin trabajo debido a la situación”, refirió la comerciante, quien antes de la pandemia trabajaba en el lugar desde las 6 de la tarde hasta las 3 de la madrugada, y vendía por lo menos 40 platos de comida. 

En la actualidad, doña Otilia permanece en el local desde las 6 de la mañana hasta las 3 de la tarde, pero las ventas no pasan de cuatro desayunos diarios y uno que otro tinto. 

“Esto ha estado muy solo y es duro porque yo pago arriendo, servicios, entre otras obligaciones como la universidad de mi hija que estudia psicología. Duré cuatro meses encerrada y en ese tiempo recibí la ayuda de familiares, además de un mercado del Gobierno. Ahora estoy a merced de las ventas”, puntualizó.  

Si por allá llueve…

El panorama no es distinto para la familia Chalá, quienes se la ‘rebuscaban’ con dos puestos de venta de tinto en la glorieta de Mirolindo. Sin embargo, en tiempos de crisis tuvieron que limitarse a vender la bebida en un solo ‘carrito’ porque las ventas aún no despegan. 

“Nosotros nos hacíamos cerca de 200 mil pesos diarios con la venta de tinto, pero ahora no estamos vendiendo ni la mitad. Por eso, mi papá, mi mamá y yo optamos por turnarnos en uno solo para permanecer más tiempo en el lugar esperando clientes”, señaló Daniela Chalá. 

La comerciante, reveló además que duraron dos meses y medio confinados, dependiendo del trabajo de su hermano, quien hasta hace un tiempo ejercía funciones de oficios varios en hoteles de Boquerón, pero su contrato terminó y se quedó sin empleo. “Cuando dijeron que podíamos salir, lo hicimos con todas las precauciones y regresamos hace mes y medio a la zona. Por fortuna, no pagamos arriendo, pero sí tenemos deudas con bancos y con los gota gota, así que estamos trabajando fuerte para cumplir con las obligaciones”, concluyó. 

En el ‘cuarto de hora’

Con el cierre de los centros comerciales, los vendedores ambulantes que se ubicaban en los alrededores también se ausentaron del lugar. De ellos, pocos han regresado, como Reny Delgado, quien desde hace un mes volvió a instalarse cerca al centro comercial Acqua, donde hasta ahora las cosas van muy bien. 

“Antes éramos cinco comerciantes que nos hacíamos en esta zona, pero de momento solo estoy yo, así que me ha ido mejor que antes de la cuarentena. Sin embargo, el tiempo de aislamiento para mí fue tanto duro como para todos, pues me apoyé para sobrevivir de algunos amigos y de una fundación de venezolanos, la cual me dio mercado y bonos”, comentó el extranjero, quien llegó a Ibagué hace dos años y desde entonces está dedicado a la venta informal de dulces y comestibles. 

Del trabajo de Reny depende su mamá y un hermano, los cuales siguen en Venezuela, donde no tienen trabajo. Además, cumple con las obligaciones del arriendo aquí en ‘La Musical’ y su sustento, por lo que su jornada se extiende de 8 de la mañana a 9 de la noche. 

Le buscan salida a la crisis

Ángela Pachón regresó hace ocho días a la esquina del barrio San Francisco, donde trabaja desde hace más de seis años como vendedora ambulante. No obstante, las ventas están pesadas y lo que obtiene no le alcanza para pagar sus gastos. El colegio, ubicado frente a su negocio, era una buena fuente de ingresos, pero con las clases virtuales es menos la gente que transita por el lugar. 

“Mi hija trabajaba en la clínica Tolihuila y era la encargada de autorizar citas y recibir tutelas de los usuarios. Sin embargo, se quedó sin empleo durante la pandemia y ante la crisis, decidió montar otro puesto como el mío, pero cerca a la estación de servicio del Vergel, ya que con lo que yo trabajo no alcanza para todas las obligaciones de la casa”, mencionó la comerciante, quien además de jugos también vende Q’HUBO y durante el tiempo que estuvo confinada en su casa, recibió el apoyo de su hijo, el cual trabaja transportando alimentos. 

TOME NOTA

La informalidad en Colombia, según el informe del Departamento Administrativo Nacional de Estadística, Dane, se encontraba en el 47,9 % durante el periodo comprendido entre diciembre de 2019 y febrero de 2020.

Por: Laura Martínez H.

Noticias Recientes

Suscríbete

Recibe contenido diario con nuestra suscripción mensual.

Danos tu opinión