Norma Bejarano.
Psicóloga-Sexóloga
Pocos se libran en estos tiempos de tener su nombre en las listas de problemas o trastornos. Hoy en día en varios aspectos referentes al sexo y la sexualidad, se ejecuta pero no se explica, se interviene pero no se invita a reflexionar, se hace pero no se piensa. Lo terrible para muchos sujetos de considerarse “impotentes”, eyaculadores precoces, anorgásmicos/as, con poca apetencia sexual, etcétera, es que se etiquetan en eso que consideran insoportable. Clasificándose dentro de lo disfuncional, o como una comunidad problemática. Disfunción, o trastorno, son palabras eficaces para ubicarse en lo indeseable, lo inaceptable, lo nocivo, pero suprimen la duda, la inquietud, y sobre todo, la necesidad de pensar(se) y poner en contexto determinados ahogos.
¿Qué son las dificultades sexuales comunes?
En sexología (sustantiva) hablamos de dificultades, y no de enfermedades, trastornos, o disfunciones, como en otros ámbitos clínicos. Porque lo que ocurre en los sujetos cuando algo los perturba es una dificultad. Las dificultades sexuales o eróticas comunes son conflictos que todos los sujetos sexuados (hombres y mujeres) tienen en algún momento de su vida (individual o de relación). Dice Efigenio Amezúa que, la ventaja de ubicar (…) en el término “dificultades comunes”, es decir, de todos, es que reúne una cantidad de problemas que se han designado por otras germanías como complicadas, o graves. Y ubicarlas en lugares sencillos para nuestro sistema de comprensión.
¡Más que problemas, pre-ocupaciones!
Más que problemas patológicos concretos, lo que muchas veces llega a la consulta son preocupaciones en la vivencia de la sexualidad de los sujetos, y concretamente cuando se enfrentan a la penetración.
Muchas veces la entrada de los problemas del deseo, la excitación, la erección, la eyaculación precoz, la anorgasmia, el vaginismo, no tienen que ver en sí con el encuentro erótico, y si mucho con cumplir con esas prácticas productivas (la cópula, p.e). Situaciones que suceden en gran cantidad de ocasiones, que sin necesidad de clinicalizar, o intervenir con un aparataje técnico pueden resolverse.
Liberarnos de las cadenas del locus genitalis (lugar de las tuberías o genitales), del imperativo de gozo, del mandato eufórico del rendimiento, etcétera, es tarea de los buenos terapeutas que con más educación de los sexos y asesoramiento intentan evitar esa casuística clínica compleja.
¡Las metáforas del cuerpo!
Hay gente a la que el coito, por antonomasia, no le interesa, no le excita, no le divierte. Las dificultades comunes ocurren por muchas causas y orígenes, irse a buscar esto a veces es complicar más los asuntos. Hay humanos para quienes eso es un grave problema, para otros no.
La cultura del coito obligatorio, lleva una y otra vez a practicar lo que no se desea. Y ante la falta del deseo propio y la obligatoriedad aparecen las dificultades. Bruno Martínez, defiende que nuestros cuerpos crean metáforas de aquello que no se puede nombrar. En muchos sujetos que no pueden verbalizar lo que desean por obedecer los mandatos culturales, el cuerpo se rebela y ocurren cosas: el pene no erecta, el orgasmo se bloquea, la vagina se cierra, la eyaculación se anticipa.
Cuando nuestros cuerpos piden parar determinada práctica, y desahogarse es cuando deberíamos pensar. Entonces, no es plantear las cosas como problemas sino ver de qué otras maneras y sobre qué valores se puede resolver determinada situación. Muchas veces de lo sencillo se hace algo grave. Nos interesa la erótica y el encuentro de los sujetos, no sólo sus tuberías y funciones. Con adecuado asesoramiento sexológico nos ahorraríamos un gran número de problemas que no son sino dificultades comunes agrandadas.
Tome nota
“Nos interesa la erótica y el encuentro de los sujetos, no sólo sus tuberías y funciones. Con adecuado asesoramiento sexológico nos ahorraríamos un gran número de problemas que no son sino dificultades comunes agrandadas”.