¡La erótica del sadomasoquismo!

Norma Bejarano. Psicóloga-Sexóloga 

Las ideas sadomasoquistas saltaron entre los siglos XVIII y XIX, pero las realidades pueden corresponder a muchísimo antes. El sadomasoquismo se encuentra bajo el paraguas BDSM. Para quienes aún no ahondan en lo inextricable de la sexualidad, BDSM no es una marca de automóvil sino diversas eróticas o comportamientos llevados a disfrutar los encuentros sexuales de manera diferente a la tradicional. BDSM es el acrónimo de “Bondage- Disciplina-Dominación-Sumisión-Sadomasoquismo”. 

¡Dominantes y dominas, sumisas y sumisos! 

Cuentan los fisgones que Brian Jones, uno de los Rolling Stone, practicaba la erótica del sadomasoquismo con su novia Anita Pallenberg. En principio era él quien latigaba las carnitas de Anita. Tanto lo disfrutaba, que quiso asumir un rol más versátil, ahora como sumiso le pidió a ella que representara el papel de dominante y le azotara. 

Jean-Jacques Rousseau, por allá en 1756 confesaba en sus escritos: “caer a los pies de una amante imperiosa, obedecer sus mandatos o implorar el perdón, fueron para mí los placeres más exquisitos”.

En “La venus de las pieles”, Severin expresa cómo lo cautiva su pareja: “Mientras ella me azota, el semblante de Wanda adquiere ese carácter cruel y burlón que a mí me embelesa de forma siniestra”. 

¡Un juego de roles!

Gran porcentaje de la población adulta posee un imaginario con trajes de látex y escenas vigorosas de castigo, dolor, humillación, azotes, nalgadas, cuerdas, cadenas, látigos, esposas, mordazas, etcétera. El sadomasoquismo altera las mentes conservadoras, pues consiste en aplicar la dominación/sumisión para aumentar los niveles de excitación, o para llegar al clímax en otras dimensiones. En una de las prácticas más democráticas basada en pactos y mucha comunicación. Es un juego de roles, con el lema sano, seguro y consensuado que se circunscribe en sesiones y tiempos determinados. 

Es una teatralización de algo que ocurre, pero que en realidad no ocurre, es la simulación de una agresión, hay transgresión de la norma o lo convencional, pero nunca lo anula; cuando acaba el encuentro todo vuelve al orden. Transgredir nada tiene que ver con violencia, mandarle mano al otro sin consentimiento o infligirle dolor a propósito. Transgredir es alterar o levantar; es desvelar el goce que casi siempre se encuentra escondido en el “eso no se hace”. Es descubrirse en aquello que no ha sido integrado en el sistema.

Lo importante de hablar de estos oscuros y atractivos temas lleva a abrir la mente para entender que no todo lo que existe más allá del coito es aberración, perversión, o patología”.

Norma Bejarano. Psicóloga-Sexóloga. 

¡No hay que estar mal de la cabeza! 

No voy a establecer un perfil psicológico de los “sádicos”, término que además no sería el adecuado en el BDSM, ni de los masoquistas. Una de la reglas de rigor dentro del BDSM es el consenso; dado esto no puede confundirse con agresión sexual. 

Las personas que lo practican lo hacen en un contexto erótico, de deseos, fantasías, y placeres; se entiende que fuera de escena no replicaran el asunto. Los sadomasoquistas en la atmósfera sexual no son psicópatas, si entrara alguno en la habitación ya no sería un juego sino un delito. 

El sadomasoquismo es una praxis ética, enmarcada en el ritual. La salud física y mental siempre están protegidas ya que las normas son inquebrantables. De hecho, los estudios aportan que quienes lo llevan a cabo son personas, equilibradas, respetuosas, honestas, y con el juicio bien puesto para tomar decisiones. 

El sadomasoquismo es una praxis ética, enmarcada en el ritual. La salud física y mental siempre están protegidas ya que las normas son inquebrantables”.

Norma Bejarano. Psicóloga-Sexóloga. 

¡No es para todo el mundo! 

Dar visibilidad a lo amplio y diverso de nuestras peculiaridades eróticas es un acto de educación sexual para comprender lo alternativo más no necesariamente normalizarlo. Lo importante de hablar de estos oscuros y atractivos temas lleva a abrir la mente para entender que no todo lo que existe más allá del coito es aberración, perversión, o patología. 

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