¡La compa(r)tibilidad en la pareja!

Foto: Tomada de Internet

Norma Bejarano. Psicóloga-Sexóloga

La noción de compatibilidad es seductora e ilusoria sobre todo al inicio de una relación, pues nos hace creer «a la medida» del otro reduciendo nuestras incertidumbres. Por lo tanto, si alguien llega a cubrirnos ciertas necesidades decimos que somos tal para cuál. En principio parece mágico y casi increíble que coincidamos en tanto: «no lo puedo creer, es cómo si estuviera hecho/a para mí». Un jardín de rosas en medio del desierto. Sin embargo, con el tiempo, el ideal compatible comienza a dar giros. No somos tan acomodables, la sociedad afectiva comienza a entrar en conflicto con el deseo del otro, pues en toda pareja hay dos personas, dos alteridades, dos sujetos únicos con propuestas extraordinariamente diferentes, porque hay cosas que no se quieren juntos y otras sí. Parafraseando a Alberoni: La búsqueda de lo deseado por ambos implica un continuo hacer y rehacer proyectos. Un continuo buscar otros caminos (que no serán compatibles siempre).


¡La compatibilidad sí, pero…!

Dentro las formas de amar, existen varios valores que se centran más que, en los deseos, en las funciones o compatibilidades de los sujetos; todos esos requisitos que las parejas deben de tener en común para poder llevar el mundo de manera similar. Ciertas reglas que se imponen y demandan una serie de engranajes caracterológicos, y cuando estos no son posibles entonces la pareja entra en la preocupación del «no somos compatibles»; «no somos el uno para el otro». No atacamos la compatibilidad que muchas parejas desean tener, pero sí, el discurso obligatorio de que las éstas deben ser altamente compatibles para poder convivir, lo que se convierte en imperativo; pues ser como el otro, o tener (más o menos) las mismas características, gustos, aficiones no deja paso a la compresión de que toda relación es un equilibrio delicado. La compatibilidad es una suerte de predisposición, designa todo grado de afinidad, intereses y gustos cómodos pero no tienen agencia ni voluntad para potenciarse.


¡La compa(r)tibilidad: lo que deseamos compartir!

«Nótese bien (escribe Efigenio Amezúa en «Ars Amandi de los sexos»), que hay una (r) dentro y que no se trata de compatibilidad. Se ha insistido en ese lugar común de la compatibilidad. Muchas parejas recurren a la compatibilidad sin r, para explicarse que pueden o no pueden seguir juntos, que deben o no deben separarse. (…). Pero hay más problemas y soluciones en la negociación de qué pueden compartir y qué no. Nada es completo ni seguro, todo está pendiente de las interacciones entre uno y otro. (…). Esta es la realidad de dos existencias que se juntan sobre el quicio frágil de su mutua y compartida condición sexuada». La compa(r)tibilidad, se aleja del sentido utilitarista. En una relación no todo puede ser compatible e intercambiable, pero si compa(r)tible, lo que da campo a la espontaneidad, el don, el regalo, la existencia, la alteridad, el deseo. Pues en modo compaRtible la pareja es consciente de lo que desea compartir fruto de lo que es deseado pese a sus incompatibilidades.

La compartibilidad es única, porque hay agencia de compartir esto o lo otro respetando la alteridad y sus tiempos: «siendo como eres deseo compartir esto». El deseo está en la compartibilidad y no en la compatibilidad. En la libertad de desear y elegir compartir la vida porque eres otro u otra y no uno similar a mí. «el otro es limite y amenaza pero también es invitación», el otro, que si bien no tiene que ser compatible si puede ser compartible, proteger y asegurar. La compartibilidad posibilita crear universos y seguir por la vida.

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