Primero fueron las inundaciones provocadas por las lluvias y la pandemia del nuevo coronavirus y ahora el este de África se prepara para recibir una tercera ola de langostas del desiertos que amenazan su seguridad alimentaria.
Este insecto de apenas dos gramos, que llegó a Yemen a finales de 2019 y que se reprodujo exponencialmente gracias a condiciones climáticas favorables, se agrupa en enjambres que pueden alcanzar millones de individuos que devoran la vegetación a su paso.
«Decenas de miles de hectáreas de campos y de pastizales ya resultaron dañados en todo el Cuerno de África y en el África del Este», según un informe del International Rescue Committee del 3 de junio.
En Etiopía, entre enero y abril, las langostas destruyeron 1,3 millones de hectáreas de pastizales y unas 200.000 hectáreas de campos, provocando la pérdida de 350.000 toneladas de cereales, indica el organismo regional este-africano IGAD, en un informe publicado el 4 de junio.
Estas primeras estimaciones corresponden a la primera y a la segunda ola de langostas –en noviembre-febrero, y luego en febrero-mayo– y no incluyen el total de daños porque las investigaciones se vieron ralentizadas a causa del nuevo coronavirus.
«Incluso si todavía nos faltan cifras completas (…) Etiopía fue el país más afectado en términos de impacto sobre los cultivos, luego viene Somalia», dijo Kenneth Kemucie Mwangi, un analista del ICPAC, el programa de supervisión del clima del IGAD.
A principios de febrero Somalia declaró el estado de «urgencia nacional» por la plaga. Al contrario, Tanzania, Ruanda y Burundi no la sufrieron.
400 mil millones de langostas muertas
Frente al riesgo para la seguridad alimentaria, el Banco Mundial aprobó en mayo un programa de ayuda de 500 millones de dólares y desde febrero se llevan a cabo operaciones de control, sobre todo el esparcimiento de pesticidas.
«Unas 400.000 hectáreas fueron controladas en la región entre enero y mediados de mayo. Esto corresponden según nuestras estimaciones a 400.000 millones de langostas exterminadas» apunta Cyril Ferrand, un experto de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), con sede en Nairobi.
El insecto multiplica su población por veinte cada tres meses, apunta. En Kenia, el insecto solo es visible en tres condados semiáridos del norte del país (Turkana, Samburu y Marsabit). La primera ola de langostas no afectó por suerte a las cosechas de fin de año.
«No hemos visto signos del impacto a gran escala sobre la seguridad alimentaria por el momento», dice Lark Walters, del Famine Early Warning Systems Network (FEWS Net), una organización se vigilancia de seguridad alimentaria con financiación estadounidense.
Pero según este analista las consecuencias puede ser graves a nivel local en las comunidades ya afectadas por otros problemas.
Una catástrofe tras otra
El este de África se enfrenta desde finales del año 2019 a una serie de problemas, como fuertes lluvias, langostas y la pandemia de coronavirus. Estos «choques» se acumulan también a nivel macroeconómico, como apuntaba el 11 de junio la agencia FitchRatings.
Según ella, si el coronavirus es el primer factor que afecta al crecimiento, las langostas representan «un riesgo adicional a la baja para la nota soberana de los estados esteafricanos».
La amenaza persiste a la espera de una tercera ola prevista en las próximas semanas. «Estamos preocupados por la cosecha de junio-julio», dice Lark Walters, para quien algunas zonas de Etiopía, sobre todo en el norte, de donde proceden el 90% de las cosechas de cereales, están particularmente en riesgo.