Norma Bejarano.
Psicóloga-Sexóloga
«Tendidos en la cama, respiran suavemente, con la cabeza sobre el largo cabezal todavía envuelto en su funda estampada. Los postigos están cerrados. Es mediodía. Hay un débil repiqueteo de platos y, más allá, un silencio ritual. Una radio, quizá. Algún que otro coche. Se duermen.
Despiertan en un mundo distinto. La mirada de Dean vaga por el cuarto y por fin se posa en el reloj. Ha pasado una hora. Se sienta y, pausadamente, empieza a quitarse la ropa, primero los zapatos, después los calcetines. El suelo está fresco y! agradable bajo sus pies. Posan desnudos delante del espejo. Dean es más alto. Su cuerpo es moreno. Está un poco apartado, como si fuera la sombra de ella. La luz entra en franjas finas y uniformes, en láminas que rayan el suelo. (…) Hacen el amor despacio». J. Salter. (fragmento de juego y distracción).
El deseo para el filósofo Spinoza, es afirmación, creación y esencia de lo humano. Esto quería decir para él, una alegría de la vida o un estilo de vida.. Y en su ética denunciaba todo aquello que nos separaba de esa alegría.. «Cada quien juzga o estima, según su afecto (deseo) lo óptimo o lo pésimo ( y decide)»… Por esto viene bien saber qué quiere decir la idea «Atender el deseo», para respondernos ¿hay que atender nuestros deseos?
Según Bruno Martínez, en una de sus reflexiones sexológicas, la respuesta corta a la pregunta es ¡sí! Pero explica una respuesta más larga.
Atender, manifestar, actuar con base en nuestro deseo es llevarlo a cabo… Pero no es eso exactamente. La idea desenfrenada y de impulso que se recoge de pensamientos de Wilhem Reich, y otros pensadores que «postulaban» el deseo como un impulso irrefrenable que hay que atender, actuando con base en el, no es la idea del Deseo de la sexología.
¡El deseo es una fuerza, pero no la fuerza del impulso!
Escribe Massimo Recalcati: «[el deseo] es como un viento de primavera, una lluvia de verano, una fuerza vital anárquica, no gobernada por la brújula del instinto (del impulso)».
«Esta no es la forma de ver el deseo de la sexología, dice Bruno. Para empezar, pensar el deseo es complicado… El deseo a veces tiene un punto incognoscible, un punto nebuloso. El deseo no existe en abstracto. No pre-existe a la relación a la que aparece el deseo… Es decir, el deseo aparece con una cercanía concreta respecto a otro sujeto, hace falta una relación mínima entre dos sujetos para que aparezca el deseo. Es una forma de afecto, o de afectación y para eso hace falta una distancia mínima de seguridad para que el otro nos afecte… Esta forma de afecto (de desear) no es un impulso, no es algo irrefrenable, no es algo que esté por encima de nuestra razón». «Aunque en muchos casos sea irracional, es decir, no podemos llegar a saber del todo porqué deseamos a quien deseamos, porqué deseamos cuando deseamos, qué hace que deseemos exactamente, (y aunque) hay un punto de irracionalidad en esto, no deja de ser razonable.
¡El deseo es razonable!
Con razonable queremos decir que el deseo, no es impulso o el carácter impetuoso sobre el que no podemos hacer nada, sino que esta sujeto a nuestra razón y, tenemos más o menos agencia sobre él. Esto es que podemos atender al deseo, o sea, pensar nuestro deseo, pensar qué hacer con nuestro deseo, escuchar a nuestro deseo, pero no necesariamente darle acción o rienda suelta a nuestro deseo.
Continuando con Bruno, «hay muchas cuestiones que pueden llevarnos a no querer manifestar, a no querer actuar con base en nuestro deseo. Y las hay de muchos tipos, una es la pragmática: quizás actuar basándonos en nuestro deseo nos caiga muy mal, nos pueda meter en muchos líos, y problemas que no necesitamos en nuestra vida. Y otra, por la ética, por determinadas cuestiones éticas quizás un sujeto concreto no quiere actuar con base en su deseo, no quiere manifestarlo (…) dado que el deseo es razonable y podemos elegir que hacer: alejarse del sujeto deseado y elegir qué hacer hasta que pase o no pase ese deseo pero, no accionarlo.»
¡Hay una ética del deseo!
«Está claro que hay ocasiones en las que actuamos con base en el deseo y es algo que nos viene bien, es algo que queremos, algo que nos apetece, deseamos actuar sobre la base de nuestro deseo. Entonces, la acción del deseo o no, está sujeta a la razón, a nuestra agencia, lo que nos viene bien éticamente, etc. Es bueno atender nuestro deseo, es bueno intentar pensar un poco nuestro deseo aunque no lleguemos, aunque hay un límite en el pensamiento y en lo verbal respecto al deseo. Atender nuestro deseo no implica accionarlo, podemos atenderlo no accionándolo» concluye el sexólogo. Esto nos ayuda a entendernos y entender al otro deseado de formas más profundas, pero siempre desde la noción de que el deseo es razonable. No un impulso ni un instinto.
Aunque el sujeto tenga una suerte de ambigüedad existencial por un lado animal y, por otro, un lado humano o racional, el deseo de la sexología no es un impulso, es un deseo que entra en contacto con lo educable, con la razón y, esto dada la maleabilidad y complejidad que implica ser humano. Pensar El Deseo es importante para la libertad del ser humano. Tenemos capacidad de decisión, qué hacer con el deseo. (Spinoza entendía la razón en términos éticos, la capacidad de decidir comprendiendo nuestras necesidades y las del otro). El deseo es un hecho humano.