Margarita María londoño qhuboibague@gmail.com
Las mujeres tienen consigo varias responsabilidades y estas se multiplican en el momento en que se enteran de que viene un hijo en camino. Para muchas saber que van a ser madres es motivo de felicidad, pero para otras no tanto, porque todo depende de las circunstancias en que estén en esos momentos. Sin embargo, un embarazo, sea deseado o indeseado, debe de tener los mismos cuidados que implique un control médico y psicológico con el fin de preparar a la gestante para los cambios que enfrentará.
En vista de que la maternidad inicia desde la gestación y no deja de ser un tema un poco complejo, especialmente para la mujer, suele ser normal que en este periodo se presenten diversos cambios físicos y emocionales, ya que no se trata simplemente de tener a su hijo (a) en el vientre, sino también adaptarse al nuevo estilo de vida que le espera.
Es lógico que ser mamá genera incógnitas, inseguridades y miedo. Naturalmente, el acompañamiento de la pareja y el contexto familiar es muy importante en este tiempo. En caso de no contar con el apoyo y compañía suficiente durante el proceso de embarazo, parto y posparto podría ser complicado para la mujer al momento de aceptar dichos cambios.
Durante los 9 meses de gestación las hormonas femeninas han estado en diversos cambios que condicionan directamente las emociones y al suceder ese proceso pueden presentarse alteraciones en la sensibilidad durante y después del embarazo. Al dar a luz, la tristeza, los cambios en el estado de ánimo, los episodios de llanto, la ansiedad y la dificultad para dormir, encenderían las alarmas sobre una posible depresión posparto.
Esos estados emocionales no se pueden confundir con un defecto de carácter, ni debilidad, simplemente es una complicación derivada del parto que desconecta el vínculo de la mujer con ella misma y, por consiguiente, con él bebé, produciendo en algunos casos cierto rechazo a la maternidad.
Una vez ha nacido él bebé, el cuerpo experimenta una recuperación lenta. Los estrógenos, la prolactina y la oxitocina predominan. De estas hormonas depende la conexión instintiva con su hijo (a). Finalmente es claro que la depresión posparto se puede evidenciar en la sintomatología asociada y manifestarse en los primeros tres meses o hasta un año después del parto.
Para hacer un buen diagnóstico es fundamental diferenciar estos tres estados:
Melancolía posparto: es una tristeza normal que dura pocos días, por lo general, entre una o dos semanas después del nacimiento del bebé.
Depresión posparto: se puede llegar a confundir con la melancolía posparto, pero se diferencia con la intensidad y durabilidad de tiempo de los síntomas. Esta puede manifestarse desde el embarazo, en las primeras semanas después del parto o meses más adelante, acá se puede ver afectada la capacidad para cuidar a su bebé y llevar a cabo actividades diarias.
Psicosis posparto: es poco común, pero puede aparecer en la primera semana después del parto con unos síntomas graves y evidentes, los pensamientos y conductas ponen en riesgo la vida de la madre y él bebé.
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¿Cómo ayudarte a salir de la depresión posparto?
1 Rodéate de personas que te quieran, te apoyen y estén dispuestas a ayudarte.
2 Descansa y duerme lo que más puedas.
3 Aliméntate bien.
4 Ten paciencia con el aprendizaje que te está brindando tu bebé.
5 Toma el sol con tu bebé después del baño.
6 Delega tareas de limpieza y orden a los demás integrantes de la familia.
7 Pide ayuda cuando la necesites.
8 Vincula a tu pareja con relación a la paternidad para sentirte apoyada.
9 Da paseos con él bebé en el coche.
10 Háblate en positivo y háblale bonito a tu bebé.
11 Báñate con agua caliente mientras alguien cuida al bebé.
12 Regálate espacios de autocuidado.
13 Limita las visitas a dos días en la semana mientras vas asimilando el proceso de maternidad.
14 Habla y expresa tus sentimientos.
15 Organiza los tiempos y retoma tus actividades paulatinamente.
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