Propietarios y empleados de gimnasios y centros de acondicionamiento físico de Ibagué, están al borde de la quiebra debido al aislamiento social causado por la pandemia del Covid-19.
Abriendo campo, para que el Gobierno Nacional estudie la posibilidad de que vuelvan a abrir, la próxima semana llevarán a cabo un plantón frente al Palacio municipal. En su opinión, si el gobierno del presidente Iván Duque ha permitido la operación del transporte público como busetas, deberían darle la oportunidad a ellos, eso sí, siguiendo los protocolos de seguridad implementados en otros sectores de la economía.
Óscar Rodríguez contó que cumplió 25 años al frente del gimnasio ‘Cuerpo y Figura’. Tras casi tres meses de cuarentena, decidió cerrar una de sus dos sedes. Desde que sus 400 clientes dejaron de ejercitarse en el gimnasio, él no tiene dinero para pagar arriendo, empleados y menos para sostener a su familia. Pero no es el único golpeado por la crisis económica, también resultaron afectados sus empleados, instructores, secretaria y la persona de servicios generales.
No han dado resultado
Dos veces a la semana, a través de sus redes sociales, el entrenador le ofrece a sus seguidores clases gratuitas de ejercicios. Mientras tanto, su esposa, ha incursionando en la moda de las clases virtuales pagas, pero el resultado no ha sido muy bueno. “Las personas pagan, máximo, 20 mil pesos por semana. En el gimnasio ella se ganaba un millón 400 mil pesos mensuales, ahora alcanza unos 500 mil pesos”, expresó. Y continuó: “Si el Gobierno no autoriza, desaparecemos y cientos de familias en el ciudad y el País quedarán desamparadas, sin empleo y esto sería peor que la pandemia”, puntualizó.
Propuesta
En opinión de Óscar Rodríguez, el transporte público puede llegar a ser más foco de contagio que los gimnasios. “Si el Gobierno permite que 10 o 12 personas viajen en una buseta que es pequeña, ¿Por qué no permite la reapertura de los gimnasios?”, es la pregunta que se hace.
Argumenta que su local, por ejemplo, tiene 300 metros cuadrados y ajustándose a los protocolos de bioseguridad, podría agendar clases de a 20 personas, con un distanciamiento de más de dos metros.
Con los recursos económicos que ha conseguido estos meses, el amante al deporte ya compró termómetros, cabina de desinfección, dispensadores de gel y desinfectantes.
Asegura que está listo para cuando las autoridades sanitarias le soliciten su plan de prevención. Está dispuesto a luchar y perseverar en su gimnasio.
No todos volverán
“El gremio es consciente que no tendrán los mismos clientes que antes. Muchas personas querrán permanecer en casa y no irán a un gimnasio por temor al virus. Sin embargo, están los que el ejercicio les hace falta porque ya es un estilo de vida”, opina el entrenador. De acuerdo a sus cuentas, con 100 personas que vuelvan a su local, eso sí, organizando clases en diferentes horarios, su establecimiento sobrevive.