Cristian José Marín Otavo, un conocido líder de la comuna Nueve de Ibagué, llora la partida de su madre, María Flor Otavo. Según las cifras del Ministerio de Salud, la mujer de 70 años fue la víctima número 12 del virus en la Ciudad. En silencio y en cuarentena, la familia vive un dolor que no le desean ni al peor enemigo. No han podido reclamar las cenizas.
Según el líder, doña María empezó a presentar síntomas a finales de junio, tres días después de que uno de sus hijos llegara de Bogotá. Por la pandemia, el muchacho pasaba días difíciles en la Capital y su madre quería verlo y tenderle la mano.
Aunque los cinco adultos y los tres menores de la familia presentaron síntomas de la enfermedad, fiebre y malestar general, entre otros, el nuevo coronavirus atacó sin compasión a la adulta mayor.
Despedida eterna
El 2 de julio, por la fiebre tan alta y dificultad respiratoria, el muchacho que llegó de Bogotá la llevó al Hospital San Francisco. Cristian recordó que ese día su hermano y su madre partieron del barrio Villas de Gualará en buseta.
Doña María iba en sus cinco sentidos y se despidió de todos sin imaginar que nunca más se volverían a ver. Ese mismo día la dejaron hospitalizada y fue trasladada a la Clínica Ibagué, donde el 5 de julio fue intubada. Días después, el 16, murió.
“Nos llamaban una vez al día a darnos el reporte. Es una incertidumbre y un vacío en el pecho tan duro que uno duda del dictamen médico. Estuve a punto de ir y amarrarme a las puertas de la Clínica para que me dejaran verla”, expresó el líder comunitario.
Fue hasta el 10 de julio que la prueba confirmó la sospecha médica. En ese momento doña Flor tenía una grave neumonía y un sangrado interno. Por más que insistieron no pudieron verla ni despedirla, ni siquiera a través de una videollamada. La lamentable noticia se limitó a una simple y fría llamada.
Esperan el resultado
Cristian cuestionó la demora de las autoridades sanitarias para practicarle la prueba a la familia. Dijo que se la aplicaron el 16 de julio y aún esperan el resultado. Hasta que el test no salga negativo, no podrán reclamar las cenizas y darle el último adiós.
En el corazón de cada uno doña Flor vivirá como una ama de casa entregada y una persona divertida y alegre, a la que le gustaba mucho el baile.