EDWIN GUTIÉRREZ BARRERO – qhuboibague@gmail.com
El próximo jueves 27 de enero se conmemoran 35 años de la muerte de Gerardo Ardila Beltrán, el joven ibaguereño de 16 años, bachiller del colegio Cisneros e integrante del grupo de Scouts de la misma institución que se extravió en el nevado del Tolima el 27 de enero de 1987 y fue encontrado en un lugar cercano al glaciar Combeima el martes 4 de octubre de 1994, siete años, ocho meses y ocho días después de su desaparición.
El hallazgo de su cadáver fue coincidencial y lo hizo un grupo de rescatistas que adelantaba el operativo de búsqueda de varias personas que cayeron en el parque de Los Nevados luego de sufrir un accidente aéreo el lunes 29 de agosto de 1994 a bordo de una avioneta.
La historia
El domingo 25 de enero de 1987 el ibaguereño Gerardo Ardila Beltrán, de 16 años de edad, salió en una excursión con el objetivo de atravesar el parque de Los Nevados haciendo cumbre en el Nevado del Tolima para luego descender por Risaralda y retornar por allí a la ciudad.
Ese día le dijo a sus familiares que se encontraría con algunos compañeros de la Asociación Tolimense de Montañistas en el camino y regresaría entre el viernes 30 y sábado 31 de enero, pues entraba a estudiar el lunes 2 de febrero. Pero sus planes no salieron como esperaba.
Entre las 2 y las 3 de la tarde del lunes 26 de enero, Gerardo fue visto con vida por otras personas en el sector conocido como Cerro Negro, entre esas Norma Patiño Castro, estudiante y montañista que descendía del parque de los Nevados hacia Ibagué.
En su momento, Patiño Castro, en declaraciones a la prensa, dijo que Gerardo ese día: “iba solo, pálido y con un equipo rudimentario”. Según ella, le recomendaron que tuviera cuidado, al tiempo que le advirtieron que era mejor que regresara a Ibagué, pero las ganas de hacer cumbre y salir por Santa Rosa de Cabal y Pereira lo impulsaron a seguir el camino en solitario.
El martes 27 de enero de 1987, otro excursionista conocido como Francisco Carreto y el grupo de montañistas que lo acompañaba, se encontraron con Gerardo en la cumbre del nevado del Tolima. Ese día dialogaron y se tomaron algunas fotos, entre esas una que el joven ibaguereño le pidió a Francisco que le entregara a su familia una vez llegara a Ibagué puesto que él tenía planeado descender al eje cafetero por un sitio conocido como El Gusano.
Esa fue la última fotografía que Gerardo Ardila Beltrán se tomó con vida pues desde aquel día no se volvió a saber de él. A medida que pasaban los días, su familia, que paradójicamente era propietaria de una fábrica de hielo en Ibagué y estaba conformada por sus padres Joaquín Ardila Serrano y Blanca Cecilia Beltrán de Ardila y sus hermanos Julio Cesar Ardila Beltrán y Miguel Ángel Ardila Beltrán, no perdía la esperanza de encontrar a su ser querido con vida.
Pero tras 20 días de operativos de búsqueda por tierra y aire, los organismos de socorro abandonaron la misión debido a las difíciles condiciones climáticas de la zona donde se extravió y a que no fue posible encontrar rastros del joven aventurero, que a esas alturas era muy probable que ya no estuviera con vida.
Siete años extraviado
El cuerpo de Gerardo Ardila Beltrán permaneció más de siete años extraviado en un paraje de difícil acceso, cercano al glaciar Combeima y fue encontrado por una coincidencia del destino la tarde del martes 4 de octubre de 1994, siete años, ocho meses y ocho días después de su desaparición, ocurrida al atardecer del domingo 27 de enero de 1987.
Ese día, algunos socorristas, que se encontraban realizando operativos de búsqueda de una aeronave Turbo Commander que se había accidentado un mes antes en el Nevado del Tolima mientras hacía el recorrido entre Mariquita y Armenia, hallaron sus restos en el lugar mencionado.
Los miembros de la Fiscalía y los organismos de socorro que se dispusieron a hacer la inspección del cadáver y a traer los restos a Ibagué, tardaron cinco días en llegar hasta el lugar donde se localizó a Gerardo. El domingo 9 de octubre, cuatro miembros de la Defensa Civil, tres de la Fiscalía y otros tres de la Asociación Scout trasladaron su cuerpo y sus elementos personales a lomo de mula hasta Juntas, desde donde fueron llevados a la morgue del cementerio San bonifacio, lugar donde fue identificado por sus familiares.
Con el pasar de los años, sobre el pecho de Gerardo creció un frailejón y el día que finalmente fue encontrado, junto a sus restos óseos había dos billetes de 200 pesos y tres de cien, unas cuantas monedas de distintos valores, el equipo de montañismo completo, un jabón y su respectiva jabonera, una linterna y dos pilas, la ropa que llevaba en el morral, una toalla, guantes y pasamontañas de lana, chaqueta, camisa, unas gafas oscuras, botas, documentos de identificación y las insignias del grupo 10 de los Scouts.
La señora Blanca Cecilia Beltrán de Ardila, madre de Gerardo, le contó al periódico El Nuevo Día el 5 de octubre de 1994, que su hijo salió el domingo 25 de enero de 1987 de su casa con cien señales de pista, comida para tres días, botas, pantalon de hule, dos piolets, una linterna, tres pares de guantes y todos los implementos necesarios.
Según ella, tres años antes de su desaparición, Gerardo había iniciado a practicar el montañismo y ya había logrado escalar al menos unas doce veces el nevado del Tolima.
El padre de Gerardo, Joaquín Ardila, dijo que el muchacho, que tenía 16 años al momento de la desaparición, siempre se caracterizó por ser alegre, excelente hijo y buen estudiante, lo que lo hizo merecedor de varias menciones de honor.
El martes 4 de octubre, terminó la incertidumbre para la familia Ardila Beltrán. Ese día, con el hallazgo de los restos de Gerardo y luego de traerlo a lomo de mula hasta Ibagué, pudieron darle cristiana sepultura y elaborar el duelo por el que esperaron casi ocho años. Las exequias se llevaron a cabo a las 10 de la mañana del lunes 10 de octubre de 1994 y desde entonces sus hermanos no han dejado de recordarlo cada 27 de enero.
DATO
Gerardo ya había subido en varias oportunidades al nevado del Tolima antes de su desaparición.