Esculturas de hielo de los presidentes de Estados Unidos y Brasil se derritieron el miércoles en Nueva York durante la cumbre de biodiversidad de la ONU, en una protesta organizada por la ONG Greenpeace para denunciar sus políticas contrarias a la defensa del medio ambiente.
Greenpeace asegura que tanto el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, como el estadounidense, Donald Trump, tienen «planes deliberados para destruir activamente la naturaleza».
«Líderes de la extinción: destruyendo un planeta en crisis», decía la gran pancarta de la activista Kate Flynn, mientras a su lado la estatua de Bolsonaro se derretía rápidamente bajo el sol en un muelle frente al edificio de Naciones Unidas, y la de Trump estaba en el piso, ya hecha añicos.
«Brasil y Estados Unidos son dos de los países con mayor biodiversidad del mundo, pero en tiempos en que el hielo ártico está desapareciendo, los dos países están ardiendo y hay una pérdida de biodiversidad inédita, sus presidentes ignoran» lo que está ocurriendo, dijo a la AFP Arlo Hemphill, activista por los océanos en Greenpeace US.
La ONG lamentó que Estados Unidos no tenga ningún orador en la cumbre de biodiversidad de la ONU, que se celebra de manera virtual a raíz de la pandemia.
«Trump y Bolsonaro son las caras de la extinción porque tienen agendas radicales que están destruyendo la naturaleza, están llevando al colapso de la biodiversidad y exacerbando la emergencia climática», sostuvo Hemphill.
Greenpeace indicó que Trump, que abandonó el Acuerdo de París sobre el clima, ha eliminado protecciones a la ley de especies protegidas y socavado la ley de protección ambiental. Recordó que Estados Unidos es uno de apenas cuatro países miembro de la ONU que no es parte de la Convención sobre Diversidad Biológica.
La ONG también denunció el alza de la deforestación en Brasil desde la llegada al poder de Bolsonaro, un defensor de la apertura de zonas protegidas y de tierras indígenas a actividades mineras y agropecuarias. Dijo asimismo que los incendios que han devastado la Amazonia y la sabana húmeda del Pantanal son los peores en una década.
Greenpeace recordó que en su reciente discurso ante la Asamblea General de la ONU, Bolsonaro «negó que Brasil esté ardiendo, al tiempo que culpó a los indígenas y a comunidades tradicionales de los incendios».