Al ver a los heridos ensangrentados extendidos en el suelo de las calles y los hospitales de Beirut, el cirujano Antoine Qurban, que tiene venda en el cráneo porque también fue afectado, tuvo la impresión de revivir las escenas apocalípticas de sus años en Afganistán.
El martes por la noche, el sexagenario tomaba café con un amigo en el centro de la capital, cuando de repente fue lanzado veinte metros más lejos, propulsado por la onda expansiva de las mortíferas y devastadoras explosiones que afectaron al puerto de Beirut.
Con más de 100 muertos y 4.000 heridos, los hospitales fueron rápidamente saturados.
Con el cráneo ensangrentado, Qurban estuvo buscando atención en varios establecimientos, hasta que un desconocido en moto lo transportó al hospital Geitawi, donde lo esperaban escenas «apocalípticas».
«Vi heridos ensangrentados al borde de las carreteras, otros extendidos en el suelo en el patio del hospital», dice el cirujano.
«Un médico me cosió la herida cuando estaba sentado en la calle. Esperaba después de varias horas», cuenta.
«Me acordé de lo que me acostumbré a ver hace varios años, durante mis misiones humanitarias en Afganistán», agregó el médico.
Esta mañana de miércoles cuando vino a realizarse escáners y análisis en el Hôtel-Dieu de Beirut, presenció una confusión total.
En los corredores se veían madres preocupadas por la suerte de niños heridos.
Con la impresión de estar perdido, un viejo buscaba a su esposa, que había sido trasladada hace poco a otro centro médico.
Los celulares no paran de sonar. En cada conversación, las voces anónimas en medio de la muchedumbre repiten sin cesar la misma historia.
«Sobrevivió de milagro», cuenta por teléfono una mujer. Exasperado por las llamadas incesantes, un herido da a su hermana su teléfono: «No puedo hablar».
– Anunciar las muertes –
Solo el Hôtel-Dieu recibió en una noche 300 heridos y 13 muertos, según su director médico, George Dabar.
«Durante la guerra civil, hacía mi internado aquí. Nunca vi escenas parecidas a las de ayer», dijo a la AFP el médico que lleva blusa en blanca y tiene cabellos encanecidos, instalado frente a su ordenador.
«Es difícil decirle a un padre que transporta a su hija para salvarla que ella ya perdió la vida», dice.
Para los hospitales ya afectados por la crisis económica y la pandemia de nuevo coronavirus, el drama del martes es una catástrofe.
En otros dos centros médicos, cinco enfermeras murieron a causa de sus heridas, impactadas mientras trabajaban al desplomarse el techo y recibir impactos de pedazos de vidrios.
«Los equipos médicos están agotados por todo lo que pasa en el país y por el coronavirus. Pero frente a la crisis de ayer, la solidaridad es excepcional», aseguró el doctor Dabar.
– «Hospital herido» –
Situado cerca del puerto, el Hospital de las hermanas del Rosario está fuera de servicio, tras haber sido devastado por las explosiones.
Así como el hospital Saint-George, donde la noche fue infernal.
El edificio de varios pisos solo es una estructura de cemento vacía, con techos hundidos que dejan ver los cables eléctricos. Por todas partes vidrio roto, escombros. Las puertas de los ascensores están retorcidos. Ahí murieron cuatro enfermeras.
Hasta el amanecer, el personal trabajó para trasladar pacientes a otros hospitales, entre ellos 20 afectados por Covid-19. El miércoles por la mañana, los últimos instrumentos y equipos médicos estaban siendo sacados de las ruinas.
«No hay nada más difícil que evacuar un hospital lleno de pacientes, cuando al mismo tiempo llegan los heridos», dice a la AFP el director Eid Azar. «Somos un hospital herido».
Enfermeras cuentan a la AFP una noche terrible, durante la que el jardín y el patio se volvieron un hospital de campaña para recibir pacientes perdidos, obligados a abandonar las camas donde se encontraban.
Porque los ascensores no funcionaban, bajaron a pie varios pisos.
«Tenemos que suturar las heridas de los pacientes y atenderlos con la luz de nuestros celulares», afirmó la enfermera Lara Daher.