Según los datos del Departamento Nacional de Planeación, Colombia desperdicia y pierde al menos 9.750.000 toneladas de alimentos al año. La alarmante cifra sería suficiente para alimentar a ocho millones de personas al año, es decir, a toda la población de Bogotá u ocho veces la población de La Guajira.
Jorge Correa, CEO y fundador de EatCloud, una plataforma que trabaja en lograr llevar los alimentos que no se vendieron o que no se consumieron a las poblaciones más vulnerables, aseguró que esta es una cifra crítica en un país como Colombia, en el que el 54 % de su población se encuentra en inseguridad alimentaria y en el que hay 2,7 millones de personas que padecen de hambre crónica.
Según explicó Leonardo López, director comercial de We Team, de los 9,76 millones de toneladas de alimentos, el 55 % son pérdidas que ocurren en la cadena de producción, manejo y almacenamiento, mientras que un 45 % son desperdicios que ocurren en el proceso de comercialización y distribución, y en los hogares.
De ese 45 % de desperdicio, 17 % lo produce el sector retail y el 28 % lo producen los hogares de los colombianos, una cifra que puede considerarse baja, si se compara con países como Estados Unidos, en donde el desperdicio de alimentos en los hogares representa el 60 % de la comida perdida en dicha nación.
En Colombia, lo que más se desperdicia son frutas y vegetales, seguidos de las raíces y los tubérculos, los cereales, los cárnicos, las legumbres, los pescados y los lácteos.
Y es que el impacto social del desperdicio de alimentos no es menor, teniendo en cuenta cifras como el 54 % de inseguridad alimentaria o el hambre crónica de cerca de 2,7 millones de personas. Esta cantidad de alimentos ayudaría a erradicar la desnutrición infantil, que le cuesta a los países incluso un 12 % de su PIB y que produce menores con coeficiente intelectual bajo, que se convierten en adultos con menores ingresos y menores posibilidades.
Pero además, el impacto económico y ambiental también es fuerte. Según Correa, mundialmente la industria pierde un trillón de dólares al año por las pérdidas de alimentos. En Colombia, a la industria le cuesta 600.000 millones de pesos, no solo por lo que representa dejar de vender alimentos sino por los costos logísticos que supone el proceso de desecharlos.
Además, en términos medioambientales, el desperdicio de comida produce el 8 % de los gases de efecto invernadero. Incluso, según explicó López, los hogares ahorrarían 30 % en compras de alimentos que finalmente son desperdiciadas.
Y el problema en la cuarentena no fue menor. Los expertos indican que en el inicio de la pandemia y de los confinamientos pudo haber un incremento en los desperdicios, mientras las cadenas de alimentos aprendían a manejar el incremento en los volúmenes de sus pedidos.
Además, este aumento pudo darse en medio de retos como vender por canales de terceros, por medios tecnológicos o incluso por la merma de algunos insumos en los que se redujo el volumen de ventas, mientras que en otros se incrementó.
¿Cómo solucionar el desperdicio y la pérdida de alimentos?
Según López, el primer paso para poder impactar en el desperdicio de alimentos es poder medir y analizar con datos el impacto de lo que se consume, se comercializa y se pierde para poder tomar las medidas pertinentes.
Así, explicó que el siguiente paso desde los productores y los grandes comercializadores es mejorar los procesos de compra. Según López, las empresas deben tratar de entender los hábitos de sus consumidores para hacer compras que se ajusten a esas necesidades evitando tener excedentes de productos que no van a ser consumidos.
Pero cuando ya se generan estos riesgos de desperdicio o pérdida, las empresas y grandes comercializadoras pueden utilizar los productos en sus servicios para evitar el desperdicio: procesar o congelar los productos, usarlos en sus cafeterías, usarlos en alimentar a su personal o crear estrategias drásticas para venderlos a tiempo.
Además, para Correa, la clave es conocer el momento en que se configura la pérdida o merma de alimentos para poder ofrecerlos a tiempo a beneficiarios a quienes las donaciones pueden salvarlos de su inseguridad alimentaria.
EatCloud, la plataforma de Correa, trabaja en subir a la nube los alimentos que fueron desperdiciados pero que están en excelentes condiciones y encuentra el beneficiario a través de los bancos de alimentos, que rescatan al año 25.000 toneladas de alimentos en promedio, o por medio de las fundaciones que apoyan al banco para distribuir el volumen de alimentos a la población vulnerable que los requiere.