REDACCIÓN Q’HUBO – qhuboibague@gmail.com
Unas 30 familias de la urbanización Los Lagos, situada en el sector El Salado de Ibagué, denuncian que el 29 de diciembre vivieron una inundación nunca antes vista en los más de 50 años de existencia del barrio. Según la versión de varios habitantes, la empresa que construye el megacolegio Carlos Lleras Restrepo le estaría dando un mal manejo a la disposición de residuos sólidos de la obra.
“Para fin de año, las alcantarillas y desagües del barrio se llenaron de tierra y pedazos de ladrillo, entre otros. El 29, todo este sector parecía como los arroyos de Barranquilla. El agua subió más de un metro, me llegaba al pecho. Era como un diluvio. Las aguas lluvias ingresaron a las casas y dañaron colchones, muebles, entre otros enseres”, dijo Héctor Correal.
El líder, agregó que trataron de dialogar con los ingenieros de la Constructora Colpatria, encargados de la obra, pero no le habrían prestado atención.
“Los ingenieros no nos atendieron, nos dijeron que éramos unos mentirosos, no obstante, ahí están las pruebas, las fotos. Le hacemos un llamado al Ibal, a la Secretaría de Educación y a la Personería para que vigilen y controlen la disposición de los residuos de la construcción. Se supone que cada empresa debe cumplir las normas para evitar perjudicar a la comunidad. Nunca habíamos vivido algo así”, expresó el ciudadano.
Perdió 3 millones en materiales
Carlos Rivera vive de fabricar muebles y demás enseres en madera y RH. Su negocio tiene más de 40 años en el barrio Los Lagos, pues es un emprendimiento familiar que le heredó su padre. En diálogo con Q’HUBO, recordó que el agua le dañó unas puertas que tenía para entregar y unas láminas de RH, “que por cierto está muy costoso. En total, perdí unos 3 millones de pesos en material. El taller parecía una laguna y ¿quién nos responde?. Esperamos que esto no vuelva a suceder”, afirmó.
La lavadora estaba nueva
La casa de Carmen de Pilar González fue una de las más afectadas. El agua le dañó muebles, colchones y lo que más le dolió fue la pérdida de la lavadora que una hija le había regalado en octubre para los cumpleaños. “La lavadora era una de las cosas que más cuidaba. La mantenía en mi habitación precisamente para evitar que se dañara; cuando la iba a utilizar, la sacaba para el patio. Es muy triste porque ahí quedó el esfuerzo de mi hija”, dijo. En medio de lágrimas, la hija de la mujer, una menor de 11 años, recordó cómo el agua se le llevó la ropa y los zapatos que le habían comprado en Navidad.
“Esto parecía como los arroyos de Barranquilla. Vivimos una inundación impresionante”.
Héctor Correal
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