Puede haber sexo sin amor, por supuesto, también y por qué no, sexo sin humor, a los circunspectos les gusta esto. Pero, si de ponerle condimentos al encuentro sexual se trata, yo recomendaría añadirle buenas pizcas de afecto, deseo y de sentido del humor. Los muy eruditos dicen que el sexo es una cuestión seria, y lo es! pero no dicen que al momento del sexo hay que ir de la misma manera, de hecho, ser tan solemne, o cauteloso es contraproducente, tanto como lo es irnos a la cama con una suerte de payaso o de bufón que hace chistes sin razón. Así, el buen humor es el punto medio entre la seriedad y lo frívolo.
¡Haciendo el humor!
El humor, la risa, el erotismo, son actitudes propias del ser humano, asuntos muy ‘serios’ que nos diferencian de los animales. El humor a la hora del sexo es una demostración de maestría, ya saben, el buen amante nos hace reír, de manera ‘elegante’ y con inteligencia. El gracejo es una muestra de dignidad y de autocontrol adecuado sobre lo que acontece. Carecer del sentido del humor a la hora de la interacción erótica es inflamarse a uno mismo, es dejarse llevar por el ego, que es pésimo en la cama. El humor descontractura el acto sexual que para muchos es un prueba de trascendencia crónica, un examen, un medio de validación, una competencia, una proyección narcisística, y otros incómodos etcéteras. A veces, o casi siempre, el mejor encuentro sexual no es haciendo el amor, sino haciendo el humor; el mejor sexo puede provenir de un muy buen ‘chiste’ no de mandatos ni fórmulas teóricas.
«¡La risa es la distancia más corta al clímax!»
El chiste, la broma, o el disparate es necesario para excitar, si no se convencen, rememoren las sensaciones que obtienen tras una buena sesión de carcajadas. La sabiduría de la vida invita a reírse, a divertirse como el camino más corto al clímax; ya que su esencia es precisamente la ruptura del culto a la formalidad, del orden lógico, del bloqueo de los pensamientos intrusos que limitan la respuesta sexual a su ancho y largo. La risa diligente es erotismo, es decir, es la ruta para el descubrimiento, la novedad, el misterio. Un buen encuentro requiere del sentido del humor para superar el rigor, los dogmas, los tabúes y los prejuicios que tanto inhiben a las personas a la hora del sexo.
¡El humor, una herramienta crítica eficaz!
De la unión entre sexo y humor nace la lúdica, la creatividad, la fantasía, el juego, la humildad y la crítica eficaz. Decía un célebre filósofo y escritor romano, «hay dos clases de bromas: una incivil, petulante, malévola, obscena; otra elegante, cortés, ingeniosa y jovial». Bien manejado el tema, de forma dulce y oportuna, nunca burlesca ni humillante es cuando las personas logran balancear esos momentos incómodos propios del encuentro sexual, como la falla eréctil, la eyaculación pronta, el temor a quedar mal, el miedo a la imagen, al descontrol, el repelús a los fluidos, etc. Activando la chispa divina (la gracia) nos iluminamos hacia un pensamiento y una lógica más asertiva, logrando relajarnos y continuar. El garbo humorístico es un ingrediente de sabiduría, una buena manera de buscar soluciones; con el sentido del humor e incluso la risa podemos escapar de los momentos incómodos sin huir realmente de la escena erótica, aminorando el impacto y afrontándolo estoicamente.
«A ninguna mente bien organizada le falta sentido del humor».
(Samuel T. Coleridge. Poeta británico.)