Hace siete años, una retinopatía diabética dejó sin visión a Julio Ernesto Oliveros Jiménez, quien durante 23 años fue conductor. Hoy, sin pensión y ninguna ayuda del gobierno local y nacional, el hombre de 49 años se apoya en sus excompañeros. El gremio lo quiere y lo ampara.
Durante 16 años, don Julio trabajó en la ‘Ola naranja’ de Ibagué y durante siete, recorrió las carreteras del país. En enero del 2015, literalmente en un abrir y cerrar de ojos perdió la visión. Según él, por los gajes del oficio, descuidó lo más importante, la salud.
El sedentarismo y los malos hábitos alimenticios lo llevaron a pesar más de 110 kilos y le subieron los niveles de glucosa por encima de 517 mg/dL.
“La diabetes me agarró y me cambió la vida. El primer puente festivo del 2015 venía de Bucaramanga manejando una turbo cargada con harina. El destino era Ibagué y en el sector de Guarinocito ( En Caldas) la vista se me nubló. No presenté ningún síntoma pero la retina se dañó y causó ceguera”, dijo.
Sin ingresos
Desde ese momento, no volvió a trabajar. “Duré días encerrado en la casa, cuestionando la vida, cuestionando a mi familia pero el único culpable era yo”, refirió.
Haber conocido a la Asociación Invidentes del Tolima, Asinvitol, que hoy atraviesa un complicado momento por falta de patrocinio, fue de gran apoyo.
Con ellos, añadió, que empezó una nueva vida. Le enseñaron a utilizar el bastón y así pudo volver a salir solo. Con ellos aprendió a cocinar, ha viajado y hasta estudió en el Sena.
La semana para Julio Ernesto o ‘Tico’, como le dicen de cariño, tiene dos caras. Los días que tiene diálisis, día de por medio, no sale de la casa. A las 3 de la tarde un vehículo de la E.P.S lo recoge, lo lleva a la clínica y a las 11 de la noche lo lleva de regreso. Los otros días, aprovecha para compartir con sus amigos conductores, que según dice, le alegran la vida.
“Con ellos son solo risas. Me hacen chanzas, se burlan, pero yo lo tomo por el lado amable. Una vez fui a un velorio y me llevaron a la sala que no era. Me dí cuenta cuando rezaron el rosario y dijeron el nombre del muerto. El nombre no era el de mi amigo. Cuando no tengo diálisis voy a La Terminal de Transportes y me ayudan con platica. Así recojo unas monedas para llevar a la casa”, puntualizó.
Valiosa ayuda
Julio Ernesto Oliveros es uno de los consentidos de la Fundación Social Transportadora, liderada por seis conductores de la ‘Ola naranja’. Cada mes él recibe un mercado, que incluye grano y plaza y significa una bendición para él y su familia. “Estoy muy agradecido con la Fundación, incluso algunas veces les ayudó a recolectar el dinero en los paraderos. Yo no tengo ninguna ayuda del gobierno y eso que desde hace dos años tengo carnet de persona en condición de discapacidad de la Alcaldía. La ayuda del gremio es muy valiosa”, expresó.
Recuerde que en diciembre, la Fundación Social Transportadora tiene la meta de entregar 50 mercados a exconductores que están enfermos o en condición de discapacidad. Si usted desea unirse a la campaña, puede escribir o llamar a la línea celular 317 496 30 16. Si desea ayudarle a Julio Ernesto Oliveros, lo puede contactar a la línea celular 320 4106304.