Norma Bejarano Psicóloga – Sexóloga
El titular de este artículo, no es una afirmación, es la idea que mantienen los adeptos al rédito erótico. Un tópico, una creencia más que desmontarle a la representación que se tiene del sexo, y sus finales felices.
Max Marcusse, uno de los sexólogos más citados de la historia, decía que era indigna una ciencia que no posibilitase el enriquecimiento de la vida, y proponía, entre otras cosas, depurar las relaciones sexuales para hacerlas más alegres, sanas y honestas. Desde este planteamiento lo que se ha pretendido hace tantísimo tiempo es que el sexo no esté dentro del esquema de principios ni finales, comienzos ni acabados, sino desde un continuo (el asunto es mucho más complejo). Y también que en el sexo no se pretendan objetivos porque no los tiene en sí. Depurar las relaciones para que sean más alegres, va en descabalgar la típica idea de que sin orgasmo la interacción sexual no será alegre o satisfactoria. La invitación es para que no se vaya al sexo con un fin, sino con muchos medios para que fluya, de lo contrario, cuando no se obtiene ese ansiado éxito, aparecerá en el léxico de los postrados amantes, la palabra, fracaso.
¡No todos los exitosos (amantes) tienen mérito!
Éxito viene del latín exitus: término, fin, resultados, ganancias. La recompensa al final de la acción, de la vida, (del sexo, o del encuentro entre sexos).
Éxito y mérito no son sinónimos. Para alcanzar méritos hay que hacer esfuerzos, los éxitos medidos, o la medida del éxito en resultados, términos u orgasmos, no nos dice mucho de ese otro con quien compartimos. La maestría del amante está en saber convertir todos los escenarios en diferentes momentos, movimientos (que no poses), cambios. Los esfuerzos en el encuentro sexual que tienen mérito están en la apuesta por pronunciarse ante los parámetros, los imperativos o dictados de lo que es sexo exitoso.
¡La cultura determina lo que es victorioso!
Con la entrada del capitalismo se privilegia el tener en todo sentido. Tener orgasmos, entre más, mejor. También se privilegia el aparentar o, fingirlos para ser el amador exitoso que llega a la meta. Lo que muchos no saben es que ni la ausencia del orgasmo (ni siquiera de la penetración) anulan el encuentro sexual o indican que no haya existido, o que haya quedado incompleto, mucho menos con final triste. La cultura y su determinación de lo exitoso o victorioso creando competencias, productividad, y engendrando riquezas destruye a los humanos y su ars amandi (arte de amarse).
«El éxito no se lo deseo a nadie».
Si dentro del repertorio erótico de las personas se sostiene este mandato: “para alcanzar el éxito en el sexo hay que llegar al orgasmo”, entonces «el éxito no se lo deseo a nadie» (la frase es de Gabriel García Márquez). Lo que sucede luego del éxito es la angustia por una suerte de nada, o de final. Tras el orgasmo, llega un fin, ¿y después de ese éxito que queda? El encuentro sexual sigue un continuo, dentro de él toda su riqueza, su diversidad, todo un valle. La vida sexual va en transitar varios caminos. La respuesta sexual no es lineal ni previsible, por ende el “éxito” no nos va a acompañar siempre, si creemos que ganamos el éxito en el sexo a punta de orgasmos nos quedaremos frustrados. Siempre hay que ir al sexo con humildad, dignidad y una gran sabiduría para disfrutar de lo incompleto, de lo no terminado.
¡Hay relaciones sexuales que no acaban en el orgasmo. Sin embargo, nos colman!