Norma Bejarano.
Psicóloga – sexóloga
La respuesta erótica inadecuada o insuficiente, que no llega a la altura de lo que se espera popular o culturalmente hablando, se ha considerado socorrida de atención clínica. Así, el deseo, también ha recibido su dosis de patología o de trastorno al entrar en las listas de clasificaciones y lios diagnósticos cuando «peca» por falta o por exceso. En una importante disertación de domingo, el sexólogo Bruno Martínez, no dejó esta reflexión: «Al hablar de ‘hipoactivo’, no están hablando del deseo cómo hablamos los sexólogos. Están hablando de excitación y de ganas de utilizar la excitación, es decir, de erecciones, lubricaciones, y de ganas de utilizar los genitales. No están hablando de otra cosa».
¿El deseo, una unidad diagnóstica?
Escribe Juan Lejárraga en «la medicalización del deseo»: «La caracterización de ciertos patrones eróticos cómo excesivos, (insuficientes) o anormales tiende a desconocer la amplia diversidad erótica y propugna implícitamente una «normalización» que no respeta las peculiaridades individuales». Si una persona consulta porque no tiene ganas, no consigue que las ganas le surjan, o ya no tiene ganas de hacerlo, la cultura o el dispositivo clínico buscará patologizar, buscar el problema o psicologizarlo. En la variopinta clasificación de trastornos sexuales de aquellos gordos manuales, se halla el trastorno del interés sexual, y por ahí en otros el del deseo sexual inhibido o hipoactivo. Todo esto con descripciones a detalle, criterios, síntomas, tratamientos que van más a las medidas y estadísticas, que a los sujetos. Quedando en pocas manos la decisión de cuánto hay que desear para ser «normal».
¡Deseo no es excitación!
El deseo no pasa por la excitación o, a veces sí, o, a veces no. El hilo conductor en la erótica de los sujetos, es el encuentro, uno más relacional, encarnado o corpóreo, más de fusión y de intimidad. Lo que se mueve en la clínica cuando alguien nos dice «no tengo ganas» es la excitación. Nuestra capacidad de excitarnos si puede estar mediada por asuntos externos e internos. Entonces, el deseo es visto como un estado en torno a la excitación, con los genitales como el área donde ha de surgir; la penetración como la práctica que permite desplegar esa excitación; y el orgasmo como la meta. Ante un dispositivo de la sexualidad que indica cuantas ganas debemos tener, muchos de nosotros resultamos hipo o inhibidos, pues nos entristece obedecer reglas y no poder hallar las claves y ritmos de nuestras propias eróticas o amatorias.
¿Entonces, hay o no, deseo hipoactivo?
Parafraseando a Xamu, ‘unas veces nos encontramos por breves momentos, y otras nos encontramos por un tiempo más prolongado. A veces nos encontramos porque lo buscamos y otras no tanto, unas veces buscamos pero no encontramos y, otras nos encontramos sin buscarlo. Y hay momentos que ni se busca ni se encuentra’.
Cuando generalmente en pareja que es donde se presentan la mayoría de dificultades eróticas hay, por así decirlo, un desequilibrio en la apetencia erótica, con más precisión, en el sentimiento de atracción o de búsqueda, en otras palabras, que no desean un encuentro de determinadas maneras, como se supone que deben desear o, acceder a lo que le apetece al otro, hablamos de las diferencias de deseo o los desajustes del deseo, tan peculiares como que a Donald le guste la carne tres cuartos y, a Deisy le guste bien asada. Si no se percibe ningún desequilibrio, si ninguno establece alambicadas comparaciones con el pasado ni los vecinos, porque de hecho no hay dificultad, si no hay medida impuesta por el dispositivo, no puede existir lo hipoactivo. Alguien que no siente deseo erótico por otro, e incluso si nunca lo tuviera no tiene un problema. Sea cómo sea, no todo el mundo busca, desea, le gusta, le apetece o le provoca lo mismo, y mucho menos, en el mismo nivel. El no tener ganas no quiere decir que el deseo se haya parado, inhibido, o se haya hecho hipoactivo, puede que estemos en otras búsquedas. Si nos vamos por el único camino, ese que nos dice como desear y cuánto, ahí sí poseeremos inconvenientes e insatisfacciones.