El artesano que ‘colorea’ el cielo

ANTONIO GUZMÁN OLIVEROS

En la fachada de su casa, ubicada en el barrio Belén, Miguel Francisco Triana Góngora cuelga algunas de las cometas elaboradas por él mismo, similares a las que vende desde hace unos 30 años, cuando por casualidades de la vida vio en ellas una oportunidad de negocio.

Con ese brillo que ofrece el papel metalizado, pues anteriormente las elaboraba con papel milano y pegaba con almidón de yuca, los también llamados papalotes son referencia para quienes desean llegar a su vivienda a comprar una.

El arte de fabricar una cometa lo aprendió a los 10 años por medio de su madre Teresa de Jesús Góngora de Triana, en una ocasión en que en el Colegio Tolimense, donde cursó sus estudios, le pusieron de tarea llevar una.

“Mi madre, que en paz descanse, me enseñó a cortar el papel, hacer todo el proceso para que quedara una cometa artesanal de 50 X 50 centímetros, me dijo cómo se llamaba el papel, cómo debían ir el arco y la flecha. A veces uno se corta los dedos, pero aprendí a hacerlas profesional”, rememora.

Al preguntarle acerca de quién le enseñó a su progenitora, contesta que así como él, todo ocurrió en el colegio, pero a ella, le enseñó una hermana (monja) del Colegio La Presentación.

El negocio de las cometas llegó un día cuando a un sobrino, que estudiaba en el Colegio Americano también le pidieron llevar. 

“Le dije, vamos a comprar  los materiales, y en el momento en que estábamos en la papelería una señora me preguntó si yo sabía elaborar cometas, le respondí que sí y me mandó a hacer una.

“Me puse a fabricar la cometa en el andén de la casa y pasaron otras señoras, también me preguntaron y les dije que sí, y así inició el negocio, porque la gente pedía que cometas y pensé, voy a tener varias para la venta”, cuenta Miguel Triana.

Durante unas tres décadas ha alternado sus labores profesionales con la fabricación y venta de papalotes, cuenta que desde julio empieza a alistar todos los materiales, cortar papel, alistar la tacuara (guadua) para sacar las varillas pulidas con las que saldrán el arco y la flecha, es lo más dispendioso.

Así que apenas llega el primero de enero, empieza a pegar en los moldes las varitas, las colas y aletas y, por supuesto, los vientos, parte importante para que el vuelo. El proceso de armado, gracias a su experiencia, dura apenas tres minutos.

Anécdotas

En una ocasión, cuenta todavía con risa, llegó un señor en una camioneta para que le elaborara una cometa personalizada, esta debía ser de color blanco y verde y con el escudo del Club Campestre Ibagué.

“El señor llegó, me pidió la cometa, se la hice y se fue, a los días apareció otra vez y me dijo, ‘tengo la cometa en la camioneta, no me elevó’, le contesté que tal vez intentó en un momento en que no había brisa, pues a mediodía no hay, pero si va después de las 10 a.m., sí.

“Yo sentí el tufo y pensé, este borrachito me la va a montar. Pero luego me dijo con risa, ‘no viejito, el premio es para usted. Me gané el primer puesto y me dieron dos botellas de whisky Johnnie Walker. El premio es para quien la hace’. Destapó una para compartirla y me dejó la otra”.

Asegura que su fama es tanta, que encuentra clientes en la calle y le preguntan por las cometas y como toda su vida ha vivido en la comuna Dos, los estudiantes llegan a su casa a comprarle.

“Acá llegan personas que me dicen, ‘yo le compro cometas desde que estudiaba en la escuela Diego Fallón y son ‘maquias’, como dicen ellos, las mejores y elevan. Entonces la tradición es buena”, asevera Triana Góngora.

Sus hijos no siguieron la tradición, pero sí le ha enseñado a otras personas, incluso una de ellas ahora vende en Las Ferias, similares a las de su ‘maestro’

Su lugar favorito para elevar cometas es el cerro Pan de Azúcar, en inmediaciones de los barrios 7 de Agosto y 20 de Julio, donde está la imagen de la Virgen María. También hay quienes aprovechan puntos cerca a sus hogares como El Salado, Parque Deportivo, incluso quienes van a La Martinica.

A sus 64 años de edad y alejado de sus labores, pues trabajó durante años en construcción y como electricista, Miguel Triana señala: “Invitó a las personas interesadas que pasen por el barrio Belén, acá están las cometas originales, las auténticas, las mías se conocen por su calidad”.

La cometa gamín

Entre todos sus materiales, papeles y palos, sobresale la que Miguel Francisco llama, la cometa del gamín, un recuadro 35 por 35 centímetros y de múltiples colores. 

“Esta es llamada así porque es de papel periódico, Es que como un gamín no tiene recursos económicos, la hace con este material que en cualquier parte se consigue y también elevan”. 

Dato

Durante esta temporada de vientos y cometas, es importante que los niños no intenten elevar las cometas cerca a redes eléctricas, evitar las terrazas porque algunos niños corren y se pueden accidentar y como es mejor en espacios abiertos, llevar bloqueador solar y una buena gorra e hidratación.

Frase

“Este emprendimiento me representa trabajo, vivo ocupado y me va bien”, Miguel Triana.

Dato

La casa de Miguel está ubicada en la carrera 11 No. 6-23, barrio Belén. También pueden contactarlo al celular 318 441 8541.

Noticias Recientes

Suscríbete

Recibe contenido diario con nuestra suscripción mensual.

Danos tu opinión