La permacultura es un movimiento de agricultura permanente o sostenible que se dio a conocer al mundo durante la segunda mitad de la década de 1970 y ha tomado fuerza en varios países como una alternativa a los sistemas intensivos de producción de alimentos. En la actualidad, toma fuerza en la zona rural de Ibagué, donde ya existen varias ecoaldeas que le apuestan al diseño de sistemas agropecuarios amigables y respetuosos con el medio ambiente.
Q’HUBO dialogó con Fernando ‘Chucho’ Gutiérrez, un ambientalista ibaguereño que desde hace tres años se dedicó por completo a construir la Ecoaldea La Pureza, un proyecto de permacultura ubicado en una montaña de la vereda El Gallo del corregimiento Cay, en el Cañón del Combeima, donde se experimenta y se aprende sobre prácticas de cultivo sustentables y sostenibles.
El auge de la permacultura
El actual modelo de crecimiento y desarrollo económico mundial, en el que predominan la producción de bienes y su consumo excesivo, ha llevado a que miles de personas alrededor del mundo tomen la decisión de emigrar al campo en busca de formas de vida más tranquilas, amables y respetuosas con el medio ambiente. En ese punto, la permacultura aparece como una alternativa a la agricultura tradicional pues le apuesta a la sustentabilidad, sostenibilidad, solidaridad y al trabajo colectivo.
Se trata de un movimiento que empezó a teorizarse a mediados de la década del 70 por los australianos Bill Mollison y David Holmgren y consiste en el diseño y construcción de ecosistemas humanos sostenibles pensados desde la solidaridad y la acción colectiva con el objetivo, no solo de producir alimentos, sino de conservar los suelos y los bosques, vivir en armonía con todos los animales, hacer uso adecuado del agua y cuidar del entorno, de las comunidades y de sí mismos.
Ecoaldeas: el caso de La Pureza
Hace dos años que Fernando ‘Chucho’ Gutiérrez, un ibaguereño que nació y se crió en la ciudad, decidió irse a vivir al campo de manera definitiva para construir un espacio en el cual pudiera experimentar con la agricultura permanente o mejor conocida como permacultura. Fue así como llegó a la finca de Consuelo Cendales, que vive en la vereda El Gallo hace varias décadas y además de promover la cultura en su territorio a través de una biblioteca campesina, le apuesta al mismo movimiento que busca una agricultura más amigable con el medio ambiente. Fue ella quien le vendió a Fernando un cuarto de hectárea de su terreno (2.500 metros cuadrados), espacio suficiente para iniciar el proyecto haciendo una cabaña con materiales como guadua y barro, así como la siembra de plantas de todo tipo recurriendo a las semillas nativas.
Entre junio y julio de 2020, en plena pandemia, Fernando y sus mascotas se fueron a vivir del todo al nuevo hogar y allí comenzó de cero lo que hoy es la ecoaldea La Pureza, un proyecto de permacultura al cual acuden decenas de extranjeros a realizar voluntariados mientras aprenden de agricultura sostenible y aprecian los paisajes más bellos del cañón del Combeima, entre esos el nevado del Tolima, así como una panorámica inigualable de la ciudad.
En tan solo dos años, Fernando logró hacer de su ecoaldea un modelo de permacultura inspirador, puesto que recibe visitas todos los fines de semana y algunas personas de las que conocen el proyecto, se van con la idea de implementar el mismo modelo de agricultura sostenible en sus fincas.
LOS DATOS:
*Las semillas que Fernando ha utilizado para hacer siembras en la ecoaldea las ha conseguido haciendo intercambios con otros compañeros que llevan procesos de semillas nativas, mientras que otras las ha comprado en Bogotá.
*En la ecoaldea se hace uso eficiente del agua a través del sistema de baños secos, que no requieren de este recurso para disponer de los residuos ya que a través de un proceso de fermentación aeróbica los convierte en abono para el suelo.
TOME NOTA: En la ecoaldea La Pureza hay una cabaña que se alquila a parejas por $120 mil pesos o grupos de hasta cinco personas por $200 mil pesos. Incluye algunos productos cultivados en el lugar.