IBAGUÉ. “ Me la quitaron”, dijo Gloria Amparo Vega con el corazón destrozado ayer en la velación del cuerpo de su hija Erika Olivera Vega, patrullera de la Policía Nacional.
La última vez que Vega dialogó con su muchacha fue el pasado viernes, un día antes del asesinato: “Me dijo que iba a venir porque le habían dado cinco días de permiso”.
Ambas iban a ir a mercar, pero el sábado la familia recibió la triste noticia: Olivera Vega había sido herida en un procedimiento en Girón, Santander.
La uniformada llevaba dos años en la Institución y el sábado, cuando estaba con su compañero patrullando, fueron alertados del secuestro de un joven de 22 años, hijo de un ex alcalde.
Los agentes interceptaron a los ‘pillos’, hubo un intercambio de disparos y la tolimense fue alcanzada por las balas al igual que su compañero, que ayer se recuperaba.
Tres sujetos que habrían participado en el crimen fueron detenidos en el operativo.
Llegó. La noche del sábado llegó un avión de la Policía Nacional al Aeropuerto Perales de Ibagué, con el cuerpo de la tolimense, que fue llevado a su casa en la vereda Cordialidad, zona rural de Guamo.
El general Rodolfo Palomino, director de la Policía Nacional, arribó con otros oficiales a la vivienda de la uniformada, donde acompañó a la progenitora de la joven de 21 años de edad.