¡(Des)vísteme despacio que tengo prisa!

Norma Bejarano. Psicóloga-Sexóloga. Instragram @normasexologia020

Cuenta la historia que un día el ayudante de Fernando VII, ansioso por vestir a su rey lo hacía a toda prisa, por lo que el monarca detectó una ligera torpeza, espetándole: “vísteme despacio que tengo prisa”. La frase también se atribuye a Napoleón Bonaparte y otros. Lo que sí es cierto, es que para hacer un trabajo bien hecho, hay que ir lentamente, por lo menos en el sexo, y en estos tiempos, puede ser necesario. 

El concepto ‘slow sex’ (sexo lento) indica practicar sexo sin urgencia para intensificar el placer. Por estos días apresurados y acuosos  estamos llevando el sexo al estilo ‘fast and furious’ (rápido y furioso), siguiendo patrones del porno y algunas películas hollywoodescas: un beso en el cuello y mano a la presa. El movimiento slow (lento) se basa en un encuentro más consciente, más relajado. Pretende que nos olvidemos de la presión y de todos los procedimientos para llegar a la cama tal y como lo hemos mantenido. Es verdad que cada encuentro puede ser diferente, unas veces iremos con más presteza y otras menos acelerados, pero por lo general la gente va al polvo de conejo. 

Desvestirnos despacio que vamos con prisa indica que hay ganas, deseo, pasión, antojo, apetito, hambre voraz; pero también disposición para estar presentes, tiempo para pasar un rato cómodos, toquetearse, merodearse, masajearse, besarse y explorar a fondo todo lo que a los humanos nos gusta sentir en cuerpo y mente. 

Del afán queda el cansancio (y la insatisfacción).

Un polvo promedio está entre 7 y 20 minutos (en parejas heterosexuales). Tiempo en los que, por ejemplo, el cuerpo de la mujer tarda en excitarse. Si la interacción sexual dura ese lapso, cuando la faena acaba, ella apenas se alista para empezar. Así que no compensa el despliegue frenético con la motivación, el placer y la satisfacción que deben  estar presentes. La prisa devora la vida, hay que buscar el equilibro para disfrutar sin metas ni objetivos. Ponerle atención al proceso, al camino, y no al final. Hacer conciencia de que hay que ir más despacio no es tan fácil; por lo tanto habrá que marcarse una fecha en la agenda para practicar un encuentro slow, para ir a por otro ritmo y otras sensaciones.

Ingredientes básicos para el slow sex (sexo lento)

  • Raspar ideas erróneas, el sexo sin afán no es sinónimo de ser cursi. Pueden ser unos tigres en la cama, pero analicen todos los movimientos del  felino cuando va por su presa.
  • Tiempo suficiente. Intenten despejar todos los pendientes del día para concentrarse en la misión. 
  • Disposición de un  espacio íntimo y adecuado donde nadie ni nada  moleste. 
  • Preparar el ambiente con agradable temperatura, luz acogedora, aromas sensuales, ropa de cama limpia, alguna bebida y  pasabocas.
  • Dedicarse al erotismo, a descubrir y bucear por cada sentido: comunicarse con  miradas (la mirada crea un excelente clima de intimidad), besos, caricias, palabras sicalípticas, aromas corporales.
  • Merodear. Eros es explorador y juguetón por naturaleza, entonces recorran los dos cuerpos paso a paso. Jueguen hasta toparse con el último entresijo anatómico.
  • Postergar el coito (la penetración), al menos que sea lo último, o que incluso ni haga falta. 
  • Dejar tiempo para el arrunchis post. Para contarse chistes, el último chisme y ampliar el esquema de comunicación en pareja.

Tome nota

Aunque los entusiastas del ‘hardcore sex’ (sexo duro) protesten, el secreto de los buenos amantes es mezclar sin agitar. (Des)vísteme despacio que tengo prisa, todas las ganas y la impaciencia apurando, pero el deseo por el goce, por  sentir, saborear y disfrutar.

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