IBAGUÉ. Sal, pimienta, limón y mucha perseverancia es el secreto detrás de Jorge González, un ciudadano que me encontré en la Escuela Hogar del barrio Las Brisas, y hace parte del 58 por ciento de personas que, según el Dane, tienen un empleo informal.
Historia. Caminando por la vida voy, conociendo las historias de mi gente, como la que me contó Jorge cuando sacaba de mi mochila mil pesitos para pagarle un ‘ceviche de mango’ de los que vende y prepara desde hace 17 años y se convirtieron en el manjar de los niños al salir del colegio. Resulta que este guerrero ‘bonachón’ compró casa y sacó a cuatro hijos adelante gracias a un palo de mango, pues su oficio como auxiliar de construcción no fue rentable y se propuso salir adelante convirtiendo su bicicleta vieja en una exquisita vitrina gastronómica. Mientras este hombre de 64 años de edad me contaba su historia, se acercaron dos niñas con unos antojos agridulces y me pareció curioso preguntar a qué se dedicaban sus papás. Una contestó que su mamá laboraba en una empresa desde hace cuatro meses. Fue entonces cuando revisé las cifras de empleo entregadas por el Dane para el trimestre agosto – octubre de este año, donde Ibagué ocupó el sexto lugar de desempleo en Colombia con una tasa del 12 por ciento, la cual se redujo en 0.5 puntos porcentuales frente a la registrada en igual periodo de 2016. La otra niña me comentó que era hija de una vendedora de almacén, nada raro, pues el sector comercio, además de los hoteles y los restaurantes, continúa liderando el índice de ocupación en la Ciudad. No obstante, les cuento que seis de cada 10 ibaguereños se dedican a labores informales como las que hace Jorge González, quien mantiene preocupado por los controles que hace la Alcaldía con este tipo de personas que no encontraron otra forma de subsistir, que suplir las necesidades de los transeúntes.
