Lúcido, elegante y vigoroso, así permanece Florentino Sánchez a sus 93 años, 50 de los cuales se ha dedicado al oficio de carpintero en un pequeño taller ubicado en Boquerón, comuna Trece de Ibagué.
Historia
Don Floro nació en 1928 en Chapetón, vía al cañón del Combeima y a los siete años ya era el arriero de una recua de 18 mulas que transportaba papa desde el páramo hasta Juntas en trayectos que podían durar más de 10 horas.
Luego se fue con un amigo a cortar madera con serrucho junto a otras 18 parejas de aserradores en cercanías al corregimiento de Coello – Cocora, labor que desarrolló hasta los diez años cuando se trasladó a una finca en Boquerón junto a su familia. Su padre le enseñó a cultivar la tierra y allí vivió la época más dura de la violencia. Vio morir a varios amigos, mientras que otros escapaban del horror de aquellos días.
Al cabo de un tiempo se vino a trabajar a la ciudad. Buscó empleo como sastre, pero tenía que comprar una máquina de coser costosa para laborar y no contaba con el dinero suficiente. A raíz de eso fue donde un carpintero en la calle 13 con carrera segunda para que le diera empleo y le enseñara el oficio.
En aquel lugar estuvo varios meses prestando atención hasta que aprendió y un amigo le recomendó que comprara su propia herramienta y trabajara solo. Decidió entonces poner un taller en la 24 con 6, en compañía de un amigo, pero a este se le enfermó la esposa y un día cualquiera empeñó los implementos de trabajo para comprar medicamentos. Esta pérdida lo llevó a fabricar dos de sus principales herramientas, la sierra y el sinfín. Recuerda que el primer trabajo que hizo fue una puerta de madera que vendió en $300 pesos a un vecino.
Don Florentino es un hombre dedicado, con mucha energía. No usa gafas y permanece en buen estado físico. Es el mayor de seis hermanos, de los cuales tres ya fallecieron. Tiene cuatro hijos, 4 nietos y 3 bisnietos. Uno de los hijos es artesano y ha ganado reconocimientos por la calidad de los pesebres que elabora.
La edad no es impedimento para trabajar todos los días desde las 6 a.m. hasta las 7 p.m. Aprovecha las salidas que realiza con su nieto los fines de semana y en la última visita a un reconocido centro comercial de Ibagué se inspiró en las sillas de un bar para fabricar un modelo parecido que hoy vende a $100 mil pesos a varios clientes que confían en la calidad de su trabajo.
Al preguntarle por su amor a la carpintería, asegura que es un oficio que aún le genera ingresos diarios significativos: “es lo único que le da a uno la platica a diario, no me enriquezco pero tampoco me falta cualquier pesito en el bolsillo”. asegura don Floro.