REDACCIÓN Q’HUBO – qhuboibague@gmail.com
El miércoles por la noche, horas después de observar el levantamiento del cuerpo de uno de sus vecinos, Carlos Julio Sandoval empezó a desocupar la casa donde crecieron cuatro generaciones de su familia, en el barrio Combeima de Ibagué.
A pesar de la nostalgia que lo invade por dejar lo propio y el lugar donde ha vivido sus 64 años de vida, don Carlos cree que es lo correcto. Ya no puede seguir dándole chance a la muerte y esperar que un derrumbe se lo lleve.
“Uno se aferra a los recuerdos, pero luego de la muerte del señor Jorge Orlando Castellanos Carvajal, un vecino muy querido, mis hermanos, mis sobrinos, primos, toda mi familia me llamó y me dijo: no más, sálgase de allá y mi tía también”, recordó.
Reiteró que le duele dejar la vivienda que primero ocupó su abuela, luego su mamá, sus hermanos y sobrinos. Además de lo sentimental, también lo frenaba la comodidad del predio puesto que en su opinión, hoy en día los apartamentos son como una “cajita de fósforos. Es difícil y costoso encontrar una casa amplia como esta. La casa tiene muy buenos terminados, está avaluada en 98 millones de pesos y cada año pagamos 700 mil pesos de impuesto predial. Ya se pueden hacer una idea”, agregó.
Quedaron marcados
Respecto al derrumbe del miércoles, don Carlos añadió que a las 6:30 de la mañana, de ese día, subió como de costumbre por la cuesta de Chapinero. “Estaba lloviendo y mucha agua estaba bajando, pero como ando con botas, subí fácil. Llegué al Centro y tomé la ruta 53 que me lleva a la Universidad Antonio Nariño, donde trabajo”, recordó.
Añadió que antes de las 8 de la mañana sus familiares le empezaron a marcar insistentemente al celular, pero no escuchó el teléfono. “Cuando miré, tenía más de 20 llamadas perdidas. Le contesté a una de mis hermanas y le dije que estaba trabajando. Ella me dijo que había ocurrido un derrumbe y yo pensé en mi hermana que se había quedado durmiendo en la vivienda”.
Cuando vio en redes sociales los videos de la tragedia, pidió permiso y llegó a su hogar. Por fortuna, su pariente estaba bien, aunque afectada psicológicamente.
“Esa misma mañana mi hermana empacó su ropa y se fue. Ella quedó muy afectada. Cuando ocurrió el deslizamiento ella se estaba bañando y dice que el cimbronazo fue como el de un temblor. El barro y las piedras llegaron hasta el andén. A nosotros nunca nos han reubicado. Ahora nos toca contratar a alguien que cuide la casa, pero que esté muy alerta. La muerte del señor (Jorge Orlando) nos marcó mucho porque era una persona trabajadora y muy conocida por su fábrica de arepas”, puntualizó.
Según la Alcaldía, el salón comunal del barrio fue adecuado como albergue temporal. Por el momento, seis familias viven allí.
Exequias
Hoy a las 3 de la tarde en la parroquia Nuestra Señora del Rosario, se llevará a cabo la misa de exequias de Jorge Orlando Castellanos Carvajal. Luego, el cuerpo será trasladado al Cementerio San Bonifacio, donde será inhumado. Paz en su tumba.