IBAGUÉ. José Tomás Saavedra Perea es un hombre de 74 años de edad, que nació en Río Frío, Valle, pero que desde hace muchos años vive solo en Ibagué, de la caridad de la comunidad.
“Yo quedé solo desde hace muchísimo tiempo, desde que la visión me molestó. Yo quiero que me miren bien los ojos. Por uno no veo y el otro está bastante nublado”, dijo mientras su voz temblaba de la tristeza.
No puede reconocer a las personas y anda en la calle casi a oscuras. Necesita una operación que, según él, han dilatado y cada vez se siente más ciego.
Dice que en ninguna parte del mundo tiene familia, puesto que desde que se murieron sus padres hace 50 años, no sabe de sus hermanos.
Sólo recuerda los nombres de ellos, a quienes cree que ya están muertos porque son mayores.
“Recuerdo a Olivo, que trabajaba en el Ingenio La Manuelita en Palmira, Valle; a Carmen Rosa, en Bogotá; a María Vicenta y Martha Lucía, que es la menor”, dijo.
Está esperando desde hace días que lo llamen de la Clínica de Ojos para la cita, pero su preocupación es porque un doctor le dijo que no lo podían operar si no llevaba un familiar que pueda ver por él.
Sin embargo, la Secretaría de Salud Municipal, a través de sus funcionarios, brindarán su apoyo para conseguir la cita, pero aún está pendiente quiénes se encargarán del cuidado postoperatorio.
Ligia Yalena Patiño, del Servicio de Atención Ciudadana, y Diana Beltrán de Aseguramiento, son quienes han estado pendientes de él desde que sufrió un accidente de tránsito como peatón.