Carlos no resistió: permaneció dos semanas hospitalizado luego de ser herido en Bogotá

Juan Carlos Galindo murió hacia las 10 de la noche del lunes. Foto: Tomada de Facebook/ Este es el local Brasty Pollo FC, donde fue atacado a bala el tolimense. Foto: Q’HUBO Bogotá.

REDACCIÓN Q’HUBO

qhuboibague@gmail.com

Juan Carlos Galindo, oriundo del corregimiento de Riomanso, jurisdicción de Rovira, murió el lunes en la noche, luego de luchar 13 días por su vida en un centro asistencial en Bogotá. Había sido herido con arma de fuego en hechos que son investigados por las autoridades en la Capital de la República.

Se conoció a través de las redes sociales que su familia afronta un momento de dificultad y si alguien desea colaborar económicamente, puede hacerlo a través del Nequi 3027430301.

Carlos, como le decían en su familia, o ‘Laica’, como era conocido entre sus amigos en Riomanso, deja un niño menor de edad. 

¿Qué pasó? 

Eran pasadas las 8:30 de la noche del martes 11 de abril.  Juan Carlos Galindo cumplía con su jornada laboral en el Asadero Brasty Pollo FC, situado en la carrera 88B con calle 51 Sur, en el barrio Brasilia de la localidad Bosa.

Al establecimiento ingresó un sujeto, con quien sostuvo una breve discusión. Fue este hombre quien accionó un arma de fuego en contra del tolimense. 

Poco le importó al sicario que en el sitio hubiesen comensales. Se conoció que el ‘gatillero’, al ingresar, se dirigió a su víctima, al parecer, para exigirle algo y en medio del alegato que sostuvieron, le propinó varios disparos.

Extorsiones 

La versión que toma más fuerza es la de un posible atentado por la negativa de los dueños del negocio a pagar extorsiones.

“A la fachada de ese local hace como unos 20 días le dispararon, pasaron tipos en moto y les dispararon en los vidrios del segundo piso, como advirtiéndoles que algo les iba a pasar si no hacían lo que se les decía. 

“Luego, por este sector, aparecieron varias puertas de locales con las letras T.D.A., que son las iniciales del Tren de Aragua, esa es otra manera de avisar que algo pasaba”, le contó a Q’HUBO Bogotá, una comerciante de la zona que se declaró cercada por los ladrones.

En los panfletos amenazantes les exigían a los propietarios que pagaran dinero para no atentar contras sus vidas o las de sus familias; luego seguían las pintadas y por último los disparos como intimidación.

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