Canas y arrugas bajo plásticos y olvido

 webancianos11

IBAGUÉ. Con las marcas de toda una vida que empieza su recta final, y dos gatos como única compañía, una abuela que se hace llamar Virgelina Hernández Rodríguez, espera el final de sus días en un cambuche que pasa desapercibido entre la maleza, ubicado en el sector de Puente Blanco, Picaleña, a un costado de la vía.

Con una lucidez que le juega al escondite constantemente, aseguró que su marido se llama ‘Chucho Candelo’, vive con otra mujer, y que está allí por problemas con su familia: “Me arropo con un poco de chiros así se mojen, porque verdaderamente no tengo dónde instalarme, ni quién me ayude con una carpa, ni nada”, afirmó.

En ese mundo de vanos recuerdos tan enmarañados como su pelo, Virgelina dijo ser de Cundinamarca, y que los predios le pertenecen, mientras señalaba a lo largo y ancho del paisaje: “Esto no lo puede coger nadie. No es de las autoridades, es mío”, agregó.

En medio de basura, y rodeada de un olor nauseabundo por sus propios desechos, Virgelina se resignó a hacer de ese plástico con palos, su única, y quizás final morada. Sobre irse de allí a un lugar mejor, precisó: “Yo no quiero maricadas (sic). Acá tengo mis años y esos lugares son para locos. He estado allá, pero me les fui”, puntualizó mientras empuñaba un billete de mil pesos que alguien le dio para comprar comida.

 

 

Ancianos en ‘cambuche’

webancianos31

 

“Siempre es el mismo cuento, que vienen a pedir datos”, dijo Elizabeth Gómez Ascencio, quien vive con su esposo Laureano Ortegón Moncada, en un ‘ranchito’ en la carrera 9A con calle 146, cerca al cementerio del barrio El Salado, Comuna Siete de la capital tolimense.

En condiciones infrahumanas, y convirtiéndose en un problema de salud pública porque los desechos orgánicos son arrojados a un caño cuyo olor perjudica a los vecinos, el par de ‘viejitos’ pasa los días esperando ayuda de quienes se acercan a darles dinero, aunque prefieren que les lleven comida. ‘Tacha’, una perra de dudoso pedigrí, se convirtió en su escolta y compañera de miserias.

Luego de ‘echar calculadora’, Elizabeth afirmó tener 52 años de edad y su marido 60, aunque la cédula de él manifiesta que nació en 1935: “Yo soy de Ibagué y él de Alvarado. No sabemos de la familia, ni ellos de nosotros. Antes vivíamos para el lado de la cordillera, por Anzoátegui, en un punto que se llama ‘Ana Santana’, en una finca”, comentó la mujer.

Mientras Laureano terminaba de fumar un ‘pucho’ de tabaco envuelto en hojas, sin pronunciar palabra, su esposa indicó que han ido a censarlos, pero que ella no les ‘para bolas’: “La otra vez vinieron una muchacha y un señor, pero yo soy maliciosa, y les di otro nombre”, agregó.

Sobre sus dos hijos, sostuvo que uno está en Bogotá, y según ella, vino a visitarlos días atrás: “Me dijo: ‘Mamá, ¿usted no me distingue? Soy su hijo, José Gregorio ¿Qué está haciendo aquí?”, puntualizó algo incrédula, como si aún dudara si aquel hecho fue real, o sólo un último sueño que espera se haga realidad.

 

 

 

Le buscan familiares

webancianos21

 

En una vivienda ubicada en el lote de la calle 12 con carrera Séptima se encuentra desde hace tres años un octogenario de quién sólo se sabe se llama Ángel, y que tiene una sobrina en el sector de Las Delicias, Comuna Seis.

Napoleón Gómez, quien tiene bajo su cuidado al abuelo que el año pasado fue arrollado por un coche fantasma, y vive golpeándose constantemente debido a las lesiones que le provocó el accidente, explicó que no sabe qué hacer con él: “Ya no habla, se hace sus necesidades encima y hoy (jueves) se cayó en el andén y llegó hasta acá arrastrándose”, afirmó.

El anciano recibe un subsidio, pero don Napoleón quiere ubicar a su familia para ver si pueden conseguir un lugar mejor donde pueda recibir la atención especializada que merece, en una edad que se supone, debe ser de tranquilidad y dignidad.

 

‘Recursos no alcanzan’: Alcalde

 

 

Q’HUBO dialogó con la secretaria de Apoyo a la Gestión, Martha Peña, y el Alcalde de Ibagué, Jesús María Botero, sobre esta problemática. La funcionaria explicó que se tiene un convenio anual con cinco centros de atención básica privados para los adultos mayores en situación de abandono:

“Nos ayudan a cuidar a estos abuelitos que encontramos en las calles, pero los cupos no son suficientes. Algunos que han sido trasladados a estos asilos, se ‘vuelan’ porque están acostumbrados a la calle, y terminan siendo un problema para los demás. Otros tienen problemas mentales y deben ser llevados a clínicas siquiátricas”, afirmó Peña.

Sobre la posibilidad de un ancianato manejado directamente por la Alcaldía, agregó que los centros actuales subsisten con los aportes de empresas y del Municipio: “No tendría sentido que montáramos otro escenario de esa naturaleza, cuando los costos de mantenimiento son altísimos y seguramente no alcanzaría sólo con recursos nuestros”, precisó.

“En verdad es un tema bien complicado porque cuando ellos no se dejan llevar o tienen desórdenes de carácter mental, no se pueden tener allí”, puntualizó.

El mandatario local afirmó que no se puede lograr cobertura total debido a problemas presupuestales: “Es una problemática que se sigue dando, y habrá en todo momento abuelitos marginados, pero hay muchos que son de familias acomodadas que los terminan botando en un hospital, porque se convierten en una carga”, afirmó Botero.

“Es también un llamado de atención, que no es sólo responsabilidad del Estado, sino también de la familia. Con el programa microempresarial hemos logrado captar abuelitos en condiciones críticas que se van estimulando; les damos el capital semilla, y se vuelven productivos, personas que toman importancia”, puntualizó el alcalde de Ibagué.

 

 

OSCAR BORJA

Noticias Recientes

Suscríbete

Recibe contenido diario con nuestra suscripción mensual.

Danos tu opinión