Margarita María Londoño qhuboibague@gmail.com
James Matthew Barrie. Fue un brillante y reconocido novelista y dramaturgo escocés al que muchos aficionados a la literatura conocen por sus iniciales. La fama de James Barrie está ligada a su personaje Peter Pan, con el que acertó a dar vida literaria a las pulsiones y anhelos de retorno a la infancia que la mayoría de las personas llevan dentro.
No obstante, en salud mental la inclinación, la tendencia, el complejo o el síndrome de Peter Pan se encuentra en personas que deciden mantenerse en el retraso de infancia psicológica, tomando como referencia la evitación de enfrentarse a la realidad de la vida pretendiendo estar en una burbuja irracional, justificando de mil maneras que ellos disfrutan el día a día sin detenerse a pensar que todas sus actitudes son semejantes a las de un niño, porque se les dificulta enormemente comprometerse, tomar decisiones, asumir las responsabilidades; tener y cumplir con un proyecto de vida acorde a la edad adulta. Por lo tanto, son aquellos que se sienten incapaces de ponerle la cara a las dificultades y prefieren huir, mentir o sostenerse en una fantasía eterna.
El síndrome de Peter Pan afecta de manera notoria el desarrollo humano de la persona que lo padece, ya que sus relaciones interpersonales; familia, pareja, amigos, compañeros e incluso el trabajo se pueden ver afectados a causa del comportamiento infantil del paciente, es importante aclarar que según las investigaciones este síndrome es más frecuente en los hombres, porque son ellos culturalmente los que tienen el rol de provisión, protección y sustento, pero al querer evadir la responsabilidad prefieren ser protegidos por los demás, desarrollando un alto nivel de dependencia.
Las causas del síndrome de Peter Pan pueden ser consecuencias de varios factores tales como: rasgos fijos o variables en la personalidad, pocas habilidades sociales, temores, entre otros, pero según varios estudios la causa principal se encuentra en la infancia en dos extremos. El primero, una infancia excesivamente feliz, donde se llegó a idealizar inmortalizando esos momentos vividos para querer permanecer en la niñez. El segundo, una infancia infeliz con carencia de afecto donde buscan recuperar el tiempo perdido para volver a ser niños.
La ciencia nos dice que este síndrome, es frecuente en casos en los que no ha existido un aporte afectivo estable y equilibrado. Las personas son educadas con un estilo agresivo, rígido, exigente, con la asignación de responsabilidad exagerada para la primera etapa del desarrollo humano. Aunque también puede ser consecuencia de justamente lo contrario, infancias donde se ha recibido una educación demasiado permisiva y no se ha enseñado a asumir responsabilidades. Ambos casos pueden generar la misma respuesta, el adulto no sabe o no quiere asumir compromiso ni responsabilidades que tiene como adulto y por eso las evade.
Comportamiento del síndrome
1 Miedo a crecer.
2 Pensamientos y acciones inmaduras.
3 Necesidad de ser cuidado por otra persona.
4 Incapacidad para asumir responsabilidades.
5 Buscar a otra persona para que asuma el rol de padre o madre.
6 Dificultad para comprometerse.
7 No cumplir las promesas.
8 No entregan afecto a los demás.
9 Se queja y critica a quienes evolucionan.
10 No comprende las emociones ajenas.
11 Se muestra egoísta y con poca empatía.
12 Déficit de habilidades sociales.
13 Temor a estar en soledad.
14 Presenta dependencia emocional y económica.
Recomendaciones
1-Reflexiona acerca de tus miedos y enfréntalos.
2-Haz conciencia de tu rol como adulto.
3-Derrumba tus ideas y creencias limitantes.
4-Fomenta una nueva mirada hacia la realidad.
5-Sal del rol de víctima.
6-Enfrenta las dificultades.
7-Toma tus propias decisiones.
8-Planifica tu proyecto de vida y ponte en acción para lograrlo.
9-Valora tus logros.
10-Aprende a amarte y a valorarte.
11-Acepta los cambios que la vida te ofrece.
12-Ve a terapia psicológica.
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