Margarita María Londoño Polania – Psicóloga Especialista
Relacionarnos con los demás hace parte de la cotidianidad, aunque no sea del todo una tarea tan sencilla como parece ser porque cada persona tiene un mundo estructural diferente que refiere a formas de pensar y actuar.
Lo cierto de todo es que muchos no saben establecer límites y algunos lo hacen sintiéndose culpables. Pero en realidad contar con límites no está para nada mal desde que se haga con respeto y haya un adecuado equilibrio en las relaciones interpersonales. La cercanía y la confianza requieren de parámetros establecidos que ayuden a evitar invadirse unos con otros.
No se trata de gritar
Estarás pensando que poner límites supone gritar e imponer tus pensamientos e ideas, poniéndote en una posición de mando para ganar respeto o tal vez crees que mostrar tus debilidades te convierten en un ser vulnerable ante una sociedad exigente. Sin embargo, es mejor que te convenzas que quien alza la voz de forma prepotente para defender sus puntos de vista frente a algo o alguien, es en realidad quien demuestra de inmediato una gran inseguridad y debilidad. Lo que estabiliza en medio de estas dos suposiciones viene siendo un punto medio donde reina el respeto por sí mismo y por los otros. Es decir, que ni muy fuerte ni muy débil, más bien asertivo y equilibrado.
Poner límites puede verse como una acción demasiado compleja, especialmente si se viene acostumbrado con el mal hábito de permitirlo todo. Aunque parezca difícil cambiar de perspectiva, solo se aprende cuando te pruebas en las situaciones donde se evidencie la pretensión del abuso, bajo comportamientos manipuladores e irrespetuosos de otros hacia ti. Con relación a esto, el autoconocimiento, el autoconcepto y la autoestima resultan elementales para saber quién eres y qué permites. Con eso bastará para reconocer el buen ser humano que hay dentro de ti, teniendo en cuenta tus fortalezas y aspectos a mejorar, porque, de cierto modo, todos estamos en un proceso de mejora continua.
Aceptar lo inaceptable te convierte en el tablero de dardos con un letrero grande que dice: ¡VEN A LASTIMARME¡ Estar tan dispuesto a que el mundo haga lo que quiera contigo es permitir cualquier tipo de irrespeto. Una conducta incoherente que requiere de un urgente reajuste en la forma en que se aceptan las relaciones interpersonales insanas, aquellas que son carentes de asertividad.
Conocerse a sí mismo implica ser conscientes de los propios límites y saber cuándo es oportuno ponerlos en práctica, siendo tan valiente y congruente como para no pasar por encima de nadie ni dejar que nadie pase por encima tuyo, al fin y al cabo, tu prioridad siempre serás tú, sin ignorar que sigues siendo un ser social en interacción.
Aprende a decir no
Para poner límites debes de tener claro lo que permites y lo que no, sería ilógico pretender tenerlos si los desconoces por completo. Una vez hagas el ejercicio de identificación, y ojalá lo apuntes en una hoja para tenerlo presente, entonces empezará el desafío de aprender a decir NO, porque bien entendido está que un límite se relaciona estrechamente con esta firme negación.
Cuántas veces en tu vida has dicho sí por la sencilla razón de quedar bien y de paso ser aprobado, olvidándote por completo de tus propios intereses, gustos, anhelos, sueños o metas.
Hacer o aceptar todo con lo que no estás de acuerdo, es el principal motivo para que disminuya tú autonomía, no es para nada bueno querer complacer las necesidades de otros dejando atrás la tuyas. Si te quedas únicamente en eso vivirás a expensas de las decisiones ajenas. Nadie está pintado en la pared, todos los seres humanos contamos con derechos constitucionales que respaldan el respeto de la dignidad humana, considerando la diferencia que existe en cada uno.
Decir NO, cuando corresponda, te fortalecerá en la capacidad de decidir, pero también en la manera en que vas desarrollando tu asertividad, tanto en el lenguaje como en las acciones. Ser asertivo parte de ser totalmente libre teniendo cuidado de no traspasar ni que traspasen la línea de los límites establecidos previamente.
Beneficios de poner límites
-Favorece las relaciones interpersonales.
-Ayuda a fortalecer el autorrespeto y el respeto hacia los demás.
-Equilibra la autoestima.
-Posibilita tomar las riendas de tú vida.
-Permite ser tal y como eres sin miedos.
-Evita permanecer atados a la dependencia de las reacciones ajenas.
-Recupera tú autonomía.
Conductas que demuestran que tienes límites
-No permitir que te involucren en situaciones conflictivas desgastantes.
-Decir NO, cuando no quieres o no puedes.
-Expresar hasta aquí vas, más allá no está permitido.
-No dejar de ser tú mismo para llenar las expectativas de otros.
-No aceptar que otros manejen tu vida a su antojo.
-Respetar el espacio de los demás y hacer respetar tu propio espacio.
-No consentir, aplaudir, aprobar o premiar las acciones irrespetuosas.
-Saber en qué momento decir basta, no va más.
-No permitir el chantaje emocional desde ningún punto de vista.