Parte de la leyenda sobre Enrique IV, Rey de castilla en 1454, cuenta que su matrimonio no le duró más de 13 años. Blanca, su esposa, expuso ante el tribunal de descasamiento que nada de nada en la cama. La sentencia del divorcio declaraba que un «maleficio» no le permitía consumar el acto. Pero, no fue un hechizo; el afán por salir como todo un rey, las tensiones, aprensiones del momento, la excesiva timidez y falta de confianza sexual, que según él lo dominaban, le producían un miedo de avanzada y una respuesta ansiógena que le patrocinaba fallos erectivos. La historia giró y un diagnóstico médico complejo dejó el asunto más claro. Luego les cuento.
¿Seré buen amante?, ¡no se me va a parar!, ¿y si no se para?, ¿seré mejor que el/la ex?,¿le gustará?, ¿oleré bien?, ¿lo tengo pequeño?, ¡ay Dios, que no me venga rápido!, ¿qué pensará de mí? ¿lo complaceré? ¿estaré siendo ridículo? ¿cuánto durará dura? Estas y más incertidumbres y anticipaciones, bombardean la mente de los sujetos que contribuye al brote de ansiedad con profecías cumplidas, lo que puede condicionar los procesos naturales o reales de la respuesta sexual reflejándose en la excitación, eyaculación, el orgasmo y el deseo.
¿Qué es la ansiedad de rendimiento sexual?
El bloqueo físico y emocional por la extrema presión que proyectamos sobre cómo deberíamos rendir en la cama, y la frustración de que no se den las cosas como lo esperamos, generan situaciones que se etiquetan como ansiedad del rendimiento o del desempeño sexual.
Este evento, hace que las personas se vean afectadas en gran terreno y con sumo malestar antes, durante y después del encuentro erótico, e incluso a lo largo de la vida sexual.
Los sujetos que pasan por estos síntomas mantienen un ciclo de autoengaños acentuando sus problemas. Ya sea que lleve 10 años con Felipe o con Raquel, o acabe de conocer a Cristina, la autoimposición por salir muy bien o el temor a fallar, puede sacudirle el sistema nervioso simpático e inhibirle el parasimpático.
Algunas causas del atolladero físico y mental
Hay que anotar que la ansiedad del desempeño sexual puede darse en hombres y mujeres. El estrés es grande, la idea de estar a la altura y la responsabilidad de ofrecer un servicio cinco estrellas, hace mella en el quehacer amatorio.
Otras causas son: error al conceptualizar el sexo; imágenes idealizadas de lo que es un encuentro erótico; una pobre autoimagen o imagen corporal; sesgos de atención y de memoria; pensamientos de anticipación o catastróficos ante la confluencia; otros estresores como trabajo, estudios, dificultades en la relación de pareja, una nueva relación, dudas sobre la capacidad de disfrutar o hacer disfrutar, etcétera.
¿Cómo salir del embrollo?
Consulte profesionalmente para proveerse de los recursos acordes, y así pueda transformar la falsa idea de que la sexualidad descansa solo en sus hombros. El paso por sexología lo encamina por temas más sutiles de la sexualidad.
Le permite comprender por ejemplo, la respuesta sexual. Le enseña a no ponerle objetivos al sexo como la penetración o el orgasmo. Le facilita un abordaje cognitivo y conductual para desobligarse a rendir. Lo entrena con técnicas de relajación, meditación, respiración.
Lo dota de habilidades para la comunicación en pareja. Le orienta a fortalecer la autoestima. Y sobre todo le realiza una evaluación importante de otros aspectos biológicos o psicológicos que estén generando alguna disfunción sexual.
“El sexo es una maravillosa vía para liberar el estrés o la tensión, pero no debe ser un surtidor de estos”.
“Hay que anotar que la ansiedad del desempeño sexual puede darse en hombres y mujeres. El estrés es grande, la idea de estar a la altura y la responsabilidad de ofrecer un servicio cinco estrellas, hace mella en el quehacer amatorio”.
“Este evento, hace que las personas se vean afectadas en gran terreno y con sumo malestar antes, durante y después del encuentro erótico, e incluso a lo largo de la vida sexual”.