IBAGUÉ. Andrés Felipe Sánchez Angarita, de 8 años, se ganó el corazón de quienes conocieron su batalla por sobrevivir. Pese a que fue diagnosticado con un tumor en el cerebro y las esperanzas de vida eran escasas, sus sueños de niño lo convirtieron en un ejemplo de perseverancia y amor por la vida. Sin embargo, luego de seis años de lucha, el mundo perdió a un ser increíble que apagó su sonrisa para siempre.
Historia. Amigos, familiares y admiradores de su fuerza incansable, despedirán hoy en la iglesia de Cádiz al guerrero de la vida. Desde que Andrés Felipe reveló que su sueño era conocer el mar y pasear en chiva por ‘La Musical’, su nombre empezó a resonar entre las personas que esperaban con ansias su salida de la clínica para cumplirle el deseo. Su sonrisa, las ganas de vivir y su resistencia por mantenerse en pie, inspiró a su familia. “Fueron seis años de proceso y al menos ocho cirugías, tiempo en el que mi hijo nos hizo fuertes en la fe, la esperanza y el amor. Él transformó nuestro mundo y aunque sabíamos que su partida llegaría en cualquier momento, nos encargamos de vivir cada día como si fuera el último. El jueves se levantó de la cama a las 4 de la mañana y nos llamó a la mamá y a mí. “Papi, papi, lo amo mucho”, me dijo en ese momento. Después no volvió a hablar, le preguntábamos cosas y asentía o negaba con la cabeza. Fue su forma de despedirse y hubo tranquilidad porque le agradecimos a Dios por enviarnos a través de él ese hermoso mensaje de vida y sabemos que se fue, sabiendo que lo amábamos mucho”,
expresó Alexánder Sánchez, padre de Felipe.
La batalla. El fatal diagnóstico llegó a los dos años de edad. A partir de ese momento, la mamá de ‘Pipe’ dejó de trabajar y el padre triplicó sus esfuerzos para sostener con sus labores como maestro de construcción, a sus tres hijos y esposa. Sin embargo, el hombre sufrió dos infartos que le impidieron volver a trabajar. “Fueron momentos difíciles, pero Dios no nos desamparó y todas esas situaciones nos ayudaron a salir adelante. Mi hijo se nos fue, pero nos dejó un ángel en la tierra que me ofreció una posibilidad de empleo como vigilante. Ahora vamos a vivir en Ibagué”, sostuvo el progenitor.